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Identificar las propias emociones y aprender a gestionarlas de forma saludable constituyen dos de los pilares fundamentales de la inteligencia emocional, habilidad que resulta imprescindible para tener una vida plena y feliz a la vez que proporciona herramientas al voluntariado tanto para crecer a nivel personal como para tener un mayor impacto en la vida de los demás. La formación, que ha estado a cargo de Israel Barranco Flores, educador social y técnico de Cruz Roja Juventud y de Cristina Palomares Castaño, psicóloga y voluntaria, ha tenido un carácter eminentemente práctico y se ha desarrollado a lo largo de dos semanas en la Asamblea Local de Alzira, contando con la plena colaboración de los voluntarios y con el indiscutible entusiasmo y dedicación de los docentes.
Así, el grupo de participantes -formado por voluntarios y voluntarias de Alzira, Algemesí y Gandía-, con características y circunstancias heterogéneas, ha ido evolucionando a través de las distintas sesiones hasta alcanzar un nivel de apertura suficiente como para compartir con el resto de los compañeros las distintas experiencias vividas y el relato emocional de cómo las afrontaron, todo ello con el constante apoyo psicológico y emocional de los formadores. Durante el proceso de aprendizaje los participantes han tenido la oportunidad de analizar sus propias vivencias, asumir que no hay emociones “buenas” o “malas” y comprender que la identificación y exteriorización de las emociones resulta esencial para tomar consciencia de estas y promover conductas constructivas que potencien tanto el crecimiento a nivel personal como en el marco de la actividad realizada como voluntarios de Cruz Roja.
Asimismo, el material docente proporcionado por los formadores ha permitido a los participantes establecer un sistema propio de identificación y evaluación de emociones con la finalidad de lograr un mayor autoconocimiento emocional, identificar las “emociones de poder” experimentadas en el día a día y, en definitiva, conceder al plano emocional la importancia que merece en el desarrollo de la vida de las personas.
Agradecimiento especial merecen los voluntarios y las voluntarias que se han volcado de lleno en el intenso proceso de aprendizaje y autodescubrimiento personal que ha supuesto el proceso formativo que, dejando atrás la típica clase magistral, ha permitido construir un espacio abierto de diálogo, empatía y superación personal gracias al entusiasmo, la dedicación y la profesionalidad de los docentes que han dirigido la acción formativa.
Cruz Roja
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