El 5 de febrero de 2015 mi madre fallecía en casa, a las 18:00 de la tarde. Poco nos podíamos imaginar que aquella situación, ya de por sí dolorosa, iba a ser perturbada por la falta de escrúpulos de una empresa aseguradora.
Como es normal en este tipo de situaciones llamamos a la compañía de seguros, en mi caso Alianza Española, que es con quien mi madre tenía contratada este tipo de póliza desde hace 59 años, sin dejar de pagar religiosamente ni un mes.
Al teléfono nos atendió una señora en representación de la compañía, indicándonos en qué poblaciones más cercanas podíamos realizar todos los preliminares al entierro: La Pobla Llarga, Carcaixent o Alzira. Puesto que residimos en esta última localidad, llamamos al Tanatorio de los Santos Patronos de Alzira para informar del fallecimiento de mi madre. Aquel señor, muy amablemente, me preguntó qué compañía teníamos contratada y en cuanto le dije que se trataba de Alianza Española, automáticamente afirmó que desde el mes de enero no podían prestar ningún servicio a esta empresa puesto que les debían mucho dinero y las relaciones comerciales estaban rotas. Llamamos también a La Pobla Llarga y Carcaixent y la contestación fue la misma.
Entonces mi marido recurrió a una amistad personal, un trabajador del tanatorio de Alzira a quien le explicó el caso. Este señor nos informó de que, privadamente y pagando de antemano todos los servicios, podíamos enterrar a mi madre. Si ya son duros los momentos que se viven después de la defunción de una madre, más lo son si tienes que elegir entre un catálogo los diferentes tipos de ataúdes, nichos, coronas, etc. Mi madre por fin está enterrada y descansa en paz; eso sí, mi hermana y yo hemos tenido que pagar los servicios funerarios en metálico, que, como es sabido, suelen consistir en elevadas sumas.
A primera hora de la mañana nos presentamos en la oficina que la aseguradora tiene en Alzira para exponer el problema, pero la persona que allí nos atendió dijo que ella era una empleada y no podía hacer nada respecto a este tema. Insistimos en que nos diese un teléfono de la central de Madrid para poder hablar directamente com los responsables. Allí, como si de un juego se tratase, nos iban pasando de teléfono en teléfono, de departamento en departamento, hasta que al final nos cansamos.
A continuación la empleada llamó a la Policía Local para que fuese testigo de lo que allí estaba sucediendo; eso es lo que dijo, aunque yo creo que lo que tuvo es miedo a la situación que estaba viviendo.
Por supuesto, he denunciado a la compañía aseguradora Alianza Española, ya que no hay derecho a que después de toda una vida pagando una cuota mensual, el final de una etapa se acabe de esta cruel manera; eso sólo tiene un nombre: estafa. Una estafa de Alianza Española de Seguros. Estafa de la peor calaña, imposible de perdonar.
A raíz de mi caso y al intentar buscar información por internet, me he dado cuenta que Alianza Española de Seguros no es trigo limpio, ya que existe a nivel nacional una plataforma denominada Afectados Seguros Decesos Alianza Española que está inscrita en el Registro General de Asociaciones con el Nº 599750, y que se ocupa de denunciar todas las atrocidades que esta aseguradora está llevando a cabo en el territorio nacional.
Tan sólo quiero decirles desde aquí a estos usureros que trafican con los sentimientos en las situaciones más dolorosas por las que una persona puede pasar que, por supuesto, nos veremos en el juzgado para intentar recuperar un dinero que mi madre tenía pagado con creces desde hace 59 años. A pesar de todo, lo que el juez no me podrá compensar son los momentos de angustia, rabia, desesperación e impotencia que nos impidieron a mí y a toda mi familia vivir ese duro momento en paz.
Teresa Mariner