La Guardia Civil ha detenido a un hombre en Carlet por presuntos abusos sexuales a tres niñas. Las víctimas de las vejaciones tienen entre 8 y 10 años de edad, según las fuentes consultadas por LAS PROVINCIAS.
El detenido pasó a disposición judicial esta pasada semana. El juez de Carlet dejó al arrestado en libertad con cargos, aunque con la obligación de comparecencias para firmar y una orden de alejamiento respecto a sus víctimas. La investigación fue comandada por agentes del Equipo Mujer Menor de la Guardia Civil (EMUME). Las niñas fueron interrogadas, en presencia de sus progenitores, para que explicaran los abusos a los que fueron sometidas por parte del ahora detenido. En casos de este tipo siempre se ofrece asistencia psicológica tanto a las pequeñas como a sus familias.
No es el único caso reciente de un delito de este tipo, actitudes que causan una gran alarma en la sociedad por la indefensión de las víctimas. La Guardia Civil arrestó a finales del pasado año a un jubilado en Moncada por abusar sexualmente de siete niñas menores de 13 años e intentar violar a una de ellas. El presunto pederasta ingresó en la cárcel de Picassent por orden del juez de guardia.
Según el relato de una de las menores, el individuo contactaba con las niñas en la calle y les ofrecía dinero para que accedieran a mantener relaciones sexuales. El jubilado fue detenido tras una investigación de la Guardia Civil de Moncada.
Los agentes registraron su vivienda con la correspondiente autorización judicial y le informaron del motivo del arresto. Según informaron en su día fuentes jurídicas, el sospechoso sometió a las menores a tocamientos de índole sexual en varias ocasiones. El hombre cometió presuntamente los abusos en su casa, donde llevaba a las niñas con engaños. También les daba pequeñas cantidades de dinero que no superaban los 20 euros.

Miedo y vergüenza
Los agresores sexuales se aprovechan en muchas ocasiones de la ingenuidad de sus víctimas para cometer estos abusos. Además, estas se ven afectadas por el miedo al agresor, a una reprimenda por no haberlo contado antes, a la vergüenza por lo sucedido e incluso a cierto desconcierto por lo que les está ocurriendo.
Las dudas y el temor se adueñan de los niños que sufren abusos sexuales.  A. Rallo - J. Martínez.  Leer noticia completa en Las Provincias