La playa de Les Palmeres, en Sueca, se convirtió hace unos días en la única del planeta en la que la única forma posible de tomar el sol es hacerlo de pie. El avance del mar dejó la arena desde la pared del paseo marítimo a poco más de quince centímetros de distancia con el agua y los últimos temporales han acabado por poner en el mapa una nueva playa: Pam (de palmo, en valenciano) Beach.
Lo que empezó como un trasquilón que desenterró escombros y retocó la línea de las playas hacia fuera (para expertos en Cartografía Geoambiental, un caso de 'regresión' de la costa; para Costas, con una interpretación más relajada, un 'cambio temporal') ha acabado convertido en un rompeolas.
Los primeros curiosos empezaron a acercarse durante las jornadas posteriores a un estreno de verano con playa atípica. Menos, mucha menos, arena; fotos, muchas más fotos, y unos pedrolos que aparecen y desaparecen, igual que un grupo de gente haciendo la ballena sin bañador.
Con la crecida de las últimas mareas, ha desaparecido el último bocado de playa (para el alcalde de Sueca, Salvador Campillo, un "susto de miedo") y la brecha se ensancha hacia los lados. Desde las barandillas, los paseantes se asoman como si no pudieran acabar de creerse que es verdad si no lo ven: "Ay, pues sí, aquí no hay arena. Ooooooy", se sorprende una mujer que observa desde la posta sanitaria. Sergio Moreno.
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