El pasado mes de octubre
publicamos en este diario el peligro que suponía el distinto nivel en el que se encontraban en el Mirador de la Muntanyeta dos terrenos llanos, separados por un muro de contención con una altura aproximada de unos 4 metros. En aquella ocasión analizamos la falta de previsión que la lógica indica para colocar una barandilla en la parte superior del muro, a fin de evitar una caída ante cualquier despiste o distracción. A fecha de hoy, cuatro meses después, el muro sigue careciendo de las medidas de protección que debería tenerse en cuenta en un lugar público, y más si va a ser frecuentado por niños. El sentido común está por encima de normativas de protección de desniveles.
El día la inauguración de este mirador, el pasado mes de septiembre, la alcaldesa de Alzira Elena Bastidas dijo sobre el mismo: “Estoy segura que va a ser la envidia de toda la Ribera”. Cinco meses después quizá no sea, precisamente, envidia lo que sientan el resto de pueblos de la Ribera al comprobar que, por ejemplo, en días de lluvia, el terreno se convierte en un barrizal, ya que la superficie es de tierra; este problema, quizá, se hubiera solucionado si la superficie se hubiera recubierto con otras alternativas. Continuando con el problema del agua de lluvia, tal y como vemos en las fotografías, el terreno tiene cierta pendiente, lo que hace que el agua quede embalsada cerca del murete que delimita el mirador, debido a una mala planificación en la inclinación del terreno y en la falta de un sistema de evacuación adecuado. Para solucionar este problema se opta por echar tierra seca para que absorba el agua, cosa que con el paso del tiempo no parece que sea la mejor opción.
Así mismo, este espacio tampoco escapa al vandalismo ni al comportamiento incívico de algunos de sus visitantes. Los paneles informativos ya han tenido que ser reparados y el lugar se ha convertido en un enorme ‘pipicán’ natural que no invita a pasear tranquilamente por la zona, es como andar por un terreno ‘minado’ de excrementos de perro.
E6D