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Presidente de la Cooperativa de Algemesí y de la Federació de Cooperatives Agroalimentàries de la Comunitat, José Vicente Torrent tiene un perfil muy habitual en el agricultor valenciano: afable, sencillo, laborioso y socarrón. Todo un carácter.
-¿El labrador valenciano ya vislumbra brotes verdes tras la crisis?
-El labrador valenciano siempre ha estado en crisis. Brotes verdes se ven con la esperanza y la ilusión de una nueva cosecha. Lo otro son fantasías, independientemente de quién lo diga. Nosotros tenemos mucha ilusión en hacer lo que hacemos y además lo hacemos cada vez mejor. Por eso somos el único sector que, dentro de lo mal que está todo, aún levantamos cabeza.
-Pero se han vivido unos años muy malos
-En concreto los dos últimos años han sido malos para la agricultura en general, pero no ha estado estrictamente relacionado con la crisis. Han influido mucho factores externos, algo muy habitual en el mundo de la agricultura, como son el tiempo o el precio en el mercado. Siempre estamos dependiendo del tiempo, ya sea bueno o malo. Y eso nos arruina una temporada pese a que nosotros pongamos toda la voluntad y toda la ilusión del mundo.
-¿Eso es lo que ha pasado con la naranja?
-Sí, la naranja ha pasado dos años nefastos. Sin embargo, el sector de cítricos exportó el año pasado cuatro millones de toneladas por valor de 3.000 millones de euros. Eso sólo lo que fue al exterior, aparte de lo que se consumió en España y de lo que fue a la industria. La exportación realmente estuvo muy bien porque aumentamos un 6% en volumen y otro 6% en facturación, un dinero que entró en gran parte en nuestra Comunitat puesto que comercializamos casi el 90% de los cítricos españoles. Pero los dos años anteriores fueron muy malos a consecuencia de las heladas. Afortunadamente Agroseguro alivió un poco la situación. Pero nosotros no queremos depender de los seguros ni de las subvenciones, queremos depender del mercado y que todo lo demás suponga un colchón para que, si caemos al precipicio, tengamos donde agarrarnos. La renta está en el mercado y ahí queremos estar.
-¿Las pequeñas cooperativas resisten mejor la crisis?
-Si vas en un barco potente aguantas mejor una tempestad que si vas en una canoa. Las cooperativas pequeñas son una cosa tradicional y 'graciosa' en los pueblos pequeños. Es donde se elabora el aceite para sus asociados y para los que van el fin de semana. Pero el futuro está en la asociación de empresas. En la Federació éramos antes 380 cooperativas y ahora somos 300 y eso es porque se han ido asociando. Han caído algunas, claro, porque las cooperativas también fracasan; pero por cada 10 comercios que cierran, lo hace sólo una cooperativa. En ese sentido, el cooperativismo es un buen paraguas.
-Y si uno se asocia puede invertir más en tecnología.
-Así es. En las grandes empresas se está haciendo un esfuerzo constante por mejorar en maquinaria e invertir en investigación y desarrollo. Por eso es interesante asociarse. La mayoría de las pequeñas están dentro de Anecoop que es un buque insignia de las cooperativas agroalimentarias. Hay que aunar esfuerzos porque al final todos vamos al mismo mercado y estamos en el mismo barco.
-Aunque las ayudas a la agricultura no siempre se distribuyan bien.
-Los sindicatos han protestado por el pago único de la PAC, pero como ya he dicho antes nosotros queremos vivir del mercado, no de las ayudas. Aunque sin que nos toquen lo que es nuestro. Las cooperativa valencianas están formadas por pequeños propietarios. Hay 250.000 socios, pero tal vez la media de tierra de cada agricultor propietario sea de una hectárea. Y en eso la PAC, de la que se ha recibido 131 millones, nos ha perjudicado. El hecho de subir de 100 a 300 euros el pago único a cambio de aumentar la superficie cultivada ha dejado 30.000 expedientes fuera en la Comunitat. Es mucho dinero; y es un dinero que no entra en los bolsillos del labrador. Desde la Federació hemos escrito al Ministerio para reclamar porque no estamos en absoluto de acuerdo. Es una cantidad insuficiente pero necesaria.
-¿Diversificar es una solución?
-Desde mi experiencia como agricultor y como presidente de la Federació, sí. Aunque hay que tener en cuenta que quien cultiva arroz en el parque natural o tiene viñedos no puede diversificar. Pero el que puede, ya lo está haciendo. Los cultivos de moda como el kaki, la granada o el kiwi se están planteando como alternativa a los cítricos. En este sentido las cooperativa aconsejan y luego el labrador es dueño de hacer lo que quiera. Se le informa de lo que es más rentable y se anima a cambiar de cultivo para diversificar riesgos.
-¿Y cómo sienta que aquí se vendan naranjas de Sudáfrica?
-Pues sienta muy mal. Nos parece una desvergüenza. A veces es como si fuéramos con el pie cambiado. Cuando no estábamos en Europa pagábamos el arancel por entrar a vender nuestra fruta. Luego ya nos dejaron entrar y nos cobraban por ir a países no comunitarios. Luego se ha deshinchado el globo y han quitado los aranceles para todo el mundo. En principio Europa era paternalista pero ahora tenemos que sufrir una directrices con las que yo no estoy nada de acuerdo. Tengo la sensación de que la política agraria está dirigida por gente que no es del campo, que no lleva tierra en los zapatos y esas personas difícilmente puede legislar con coherencia sobre agricultura.
-¿No existe una igualdad de trato para todos?
-A la hora de exportar nos miran con lupa pero para importar de terceros países lo hacen con los brazos abiertos. Entra aquí la naranja de Sudáfrica que lleva la mancha negra y que a nosotros nunca nos dejarían vender. Nuestra fruta es para la mesa no para hacer zumo. Si tú ves en la tienda una fruta con manchas no la compras. Este año, por ejemplo, la falta de agua ha hecho que la piel de la naranja se seque y tenga un aspecto feo y menor peso. Es el factor externo, que he comentado antes, que hace que las cosechas vayan mal. El árbol hace su labor que es hacer el número de piezas que toca, pero factores externos hacen que el calibre no preste. Y con las misma piezas se va a ganar menos dinero porque habrá menos kilos.
-La competencia en el mercado ¿es cada vez más dura?
-Hay que negociar con la grandes cadenas de distribución que lo que quieren es margen comercial. Todo ha cambiado mucho. Cuando vendíamos a los grandes mercados, porque ni existían los hipermercados, éramos 700 operadores y a las seis de la mañana ya teníamos un montón de télex con ofertas de los más de 200 compradores que había entonces. Ahora quedamos unos 500 operadores pero son sólo cinco los que compran la producción. Ya no nos hacen ofertas.
-Un reciente informe alerta de escaso papel de la mujer en las cooperativas agrarias ¿qué opina?
-Yo soy partidario de que las mujeres entren en los consejos rectores de las cooperativas. El capital humano, sea masculino o femenino, es fundamental y tiene que cuidarse. Debemos dar una solución para integrar a la mujer, y yo soy parte interesada porque tengo dos hijas. Yo no digo que la visión de una mujer sea mejor, pero sí es distinta a la de un hombre y rompe cierta monotonía de pensamiento. De todas formas, hay algunas mujeres que están dirigiendo empresas agrícolas importantes. Pero deben participar como socias en las asambleas generales porque esa oportunidad no la pueden desperdiciar las cooperativas.
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