Es propio de una ciudad civilizada y humana reconocer y premiar los éxitos de nuestras vecinas y vecinos, y así se suele hacer como queda constancia en las notas de prensa, en los artículos que repasan nuestra historia y en las entregas de insignias. Y para recibir este reconocimiento no hace falta ser una persona pública o con algún cargo importante en su hoja de servicio. Es suficiente ser una persona ciudadana normal que ha conseguido un éxito profesional, empresarial, deportivo, cultural, artístico o social con el cual se aporta unos valores que enriquecen nuestra conciencia colectiva, ayudan a propagar positivamente el nombre de nuestra Ciudad en las hemerotecas informativas, pueden servir de modelo ejemplarizante para las generaciones jóvenes y de esperada satisfacción para las personas mayores al ver que los esfuerzos realizados en sus hijos, nietos y vecindario están dando exitosos frutos. Por el contrario, admitimos que es más civilizado no alegrarse de las desgracias personales ajenas y correr un "tupido velo" cuando a alguien le salen mal las cosas.
Pero me pregunto: ¿Cuál debe ser la reacción de la ciudadanía ante el fracaso notable de personajes públicos implicados en delitos contra lo público? Si tenemos en cuenta que la misma ciudad o una mayoría de ella han podido ayudar al encumbramiento de estos cargos públicos famosos, ¿Se pueden pasar por alto cuando son imputados, investigados o sentenciados por casos de corrupción? Y cuando ya son varias las personas y, desde hace algún tiempo, que Alzira aparece en las crónicas más decepcionantes ¿Se puede aceptar un silencio institucional y la ausencia de acuerdos unánimes valorativos de quienes nos representan en el Consistorio? No creo que sea lo más educativo para la ciudadanía, sobre todo joven, ocultar la crítica política de estas "vidas ejemplares". Es cierto que no hay que hacer "sangre del árbol caído", que es muy delicado tocar este tema al seguir siendo de nuestro vecindario sus familiares, pero debemos recordar que habían sido elegidos nuestros representantes o nombrados, por estos, para hacer todo lo contrario de lo que han hecho: gestionar bien lo público en beneficio de todos y no de ellos o de sus amigos solamente o de paso.
Con esto pasa como con ciertas desgracias que, hasta que no suceden en tu ciudad, como si solo fueran imágenes televisivas, pero se complica mucho más esta desagradable vivencia cuando ya son unas cuantas las personas vecinas nuestras que, desde hace algún tiempo, están saliendo en los papeles, implicadas en posibles o sentenciados casos de corrupción, las cuales pertenecen a una clase con recursos, han sido personas nombradas por un partido político con significada presencia en nuestra ciudad, el cual ha utilizado sus éxitos políticos, gerenciales o deportivos para ganar campañas electorales. ¿A qué se espera para hacer una valoración política pública sobre este colectivo de personas que, bajo el amparo del gobierno del PP, han fracasado desprestigiando nuestra Ciudad y la dignísima labor de servir al pueblo y de gestionar lo público para el bien de todos como hacen y han hecho muchos de nuestros representantes y gestores?