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IX "Concurs de Mantons de Manila" organitzat per la Cooperativa Elèctrica d'Alginet
El Mantón se presta a todo tipo de fantasías y hay muchas maneras de llevarlo
El mantón de Manila es un gran pañuelo de seda, bordado y con flecos, que desde hace siglos forma parte del vestuario femenino español. Los mantones bordados son originarios de la ciudad de Cantón en la China, donde mil años antes de Cristo comenzaron a fabricarse (sin flecos) con motivos orientales como pavos reales, peces, flores de té, pagodas y jardines.
En 1571 llega Miguel López de Legazpi a las Filipinas, donde encuentra una pequeña colonia de chinos cantoneses que se ocupaba del bordado de telas con diferentes motivos florales y animales para adornar las casas.
Verbena del Mantón de Manila de Alginet
En forma de pañuelo eran enviados a Perú y México, ya que eran muy del gusto de los españoles que allí vivían. El volumen del comercio llegó a ser tan grande que una vez al año salía de Manila una fragata con un cargamento de mantones con destinación al Nuevo Mundo.
A España comenzaron a entrar por el puerto de Cádiz a principios del XIX, por medio de la Real Compañía de Filipinas. Aunque el gusto castellano era bien diferente del cantonés, el problema se resolvió enviando nuestros dibujos a la China: las cuatro rosas en las esquinas del pañuelo, claveles, pájaros, etc., que son los motivos clásicos del mantón de Manila español.
De Cantón llegaban al puerto de Manila (de ahí su nombre) y entraban a través de Andalucía, donde eran flecados. Como precedente al gusto por el Mantón, España era ya famosa desde el siglo XVII en todas las cortes europeas por sus pañuelos de malla bordada, conocidos como “punto de España”.
De esa manera y con nuestro oficio, los mantones chinos llegaban desde Manila, se flecaban aquí y se difundían a otros países. El flecado es un trabajo de nudos con hilos gordos de seda que dotaban a la prenda de un gusto muy español (aparecen en las zarzuelas de La Revoltosa y La Verbena de la Paloma), así como en infinidad de propuestas populares.
A mediados del XIX se convierten en prenda de gala sobre todo en Madrid y Andalucía, donde su utilizaban –especialmente en colores llamativos- tanto para ir a los toros y a las verbenas, como para decorar las casas.
En los años 20 volvieron a ponerse de moda y no han dejado de utilizarse. Hoy son un ‘must’ muy apreciado hasta el punto de que muchos diseñadores y modistos suelen presentarla como complemento o formando un vestido a modo de prenda única.
Actualmente aún se bordan y flecan mantones de gran belleza en Sevilla, y siguen denominándose con el genérico nombre de Mantones de Manila. Los auténticos pesan unos cuatro kilos, son de seda natural bordados a mano, y deben ser perfectos por las dos caras como si fueran reversibles.
El Mantón se presta a todo tipo de fantasías y hay muchas maneras de llevarlo: echado a un hombro, sobre los dos o también a la cintura…, la mujer es quien decide.
Cooperativa Elèctrica d'Alginet
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El Sis Doble no corregeix els escrits que rep. La reproducció d'aquest text és literal; fidel a les paraules, redacció , ortografia i sentit de l'autor/s
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