«Salvar una vida de esta manera compensa todo lo malo que tiene nuestro trabajo». Son palabras de Juan Llopis, el agente de la Policía Local de Cullera quien, junto a su compañero motorista Vicente Escrivá y a una tercera persona consiguieron que un hombre que sufrió un infarto mientras hacía deporte por la calle siga vivo y mejorando a pasos agigantados.
Los hechos ocurrieron en la mañana del martes. Los agentes estaban patrullando con sus vehículos cuando recibieron una llamada en la que les decían que un hombre que corría por el paseo marítimo había caído desplomado al suelo.
«No tardamos más de cuatro minutos en llegar allí y vimos cómo un chico estaba haciéndole el masaje cardíaco. Mi compañero le tomó el relevo y yo, mientras, saqué de mi mochila un tubo de Guedel y se lo puse para que respirara mejor y no se tragara la lengua», explicó Llopis.
El agente reconoce que su labor fue importante, pero casi más fue que esta persona, «con quien no he podido contactar», comenzara a realizarle el masaje nada más caer al suelo. «Los primeros minutos son vitales», recordó, a la vez que continuó explicando que luego siguió él efectuando el masaje cardíaco en una operación que duró unos 20 minutos, tiempo que se hizo eterno al ver que incluso el hombre, de mediana edad, comenzaba a amoratarse.
A continuación, la llegada de una unidad sanitaria procedente del centro de salud fue el último impulso necesario. Cuatro descargas con un desfibrilador recuperaron ligeramente a esta persona, quien continúa ingresada en el Hospital Universitario de la Ribera de Alzira aunque se espera que salga de la UVI en las próximas horas. Manuel García.
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