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La cooperativa eléctrica de Alginet está inmersa en varios proyectos financiados por la Unión Europea
Para mejorar su sistema eléctrico
Las cooperativas eléctricas que existen en la Comunitat Valenciana, donde se asienta el 85 % del total nacional, no tienen complejos por su pequeño tamaño y están dispuestas a cumplir otros cien años de funcionamiento, como la de Museros, que fue registrada en el año 1913. Aunque son desconocidas salvo en las localidades donde están implantadas, los servicios que prestan son "tan eficientes o más" que los de las grandes compañías eléctricas, según afirma en declaraciones a EFE el presidente de la cooperativa de Alginet -la segunda en tamaño en la comunidad-, Salvador Escutia."Si no hay grandes cambios legislativos dentro del sector, podemos volver a cumplir cien años, no tenemos que tener complejos por ser pequeñas dentro de un sector donde se mueven empresas del volumen de Iberdrola o Endesa", opina Escutia, que también preside la Federación de Cooperativas Eléctricas de la Comunidad Valenciana.
Precisamente el tamaño les permite prestar el servicio de suministro a los usuarios a un precio entre un 7 un 10 % más económico, en función de la cantidad que la cooperativa destine a retorno social o a las inversiones en redes que requiera para ser más competitiva. No por pequeñas, dice Escutia, dejan de ser eficientes: la cooperativa de Alginet está inmersa en varios proyectos financiados por la Unión Europea para mejorar su sistema eléctrico. En general la mayoría de las cooperativas han implantado contadores inteligentes a coste cero para los usuarios, y disponen de programas informáticos propios y adaptados a sus servicios. Las dieciséis cooperativas que se dedican actualmente a este sector en la región nacieron a principios del siglo XX -la mayoría sobre los años 30- para llevar luz a los pueblos lejanos a núcleos de población importantes o para la modernización de sectores como el textil, de gran implantación en Alicante. Esto fue lo que ocurrió en Crevillent (Alicante), donde en los primeros años del siglo pasado la industria del textil de fibras naturales no quiso perder el tren de las nuevas tecnologías y un grupo de empresarios decidió fundar, junto a algunos usuarios domésticos, una cooperativa eléctrica que hoy cuenta con unos 13.000 abonados.
Según explica la cooperativa San Francisco de Asís de Crevillent en su propia web, el sector necesitaba de la energía eléctrica, entonces "prohibitiva" para los pueblos alejados de las capitales, y para su creación emitieron participaciones de 25 pesetas (0,15 euros). Un capital social de 150.000 pesetas (900 euros) fue lo que necesitó un grupo de emprendedores de Alginet en 1930 para llevar la luz al pueblo. Leer noticia completa en lavanguardia.com
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