Hemos compartido con los voluntarios de Cruz Roja de Alzira una gélida noche de invierno para atender a personas vulnerables, sin techo, a los que no sólo se les ofrece algo de alimento y abrigo, sino también calor humano. La acción forma parte del proyecto general "Café solidario", llevado a cabo desde la asamblea local cada invierno.
De camino, Miguel Ángel Gurrea, presidente de la asamblea de Cruz Roja Alzira, nos comentaba que "inicialmente, en la sede preparamos termos con sopa caliente o café con leche, algo de comida, mantas y ropa de abrigo; con estas provisiones salimos a la calle en busca de gente vulnerable y necesitada de ayuda, poniendo especial atención en los cajeros automáticos de las entidades bancarias, que sirven muchas veces de resguardo del frio y en entornos propicios también al cobijo, como puede ser la zona de Tulell".
Mientras políticos locales hablan de un "avance hacia la recuperación económica”, se comprueba que hay "otra Alzira" que necesita que le tiendan una mano. Un simple albergue con duchas y camas, esta gente necesita muy poco, paliaría en buena parte situaciones tan duras como la que vivimos hace unos días.
Pronto localizamos a un indigente, acostado sobre unos cartones en el suelo, en un cajero automático de un banco de la localidad; el segundo caso en una semana.
Según nos contó una de las voluntarias de Cruz Roja Alzira, el perfil de estas personas es el de "un hombre mayor, generalmente con problemas de alcoholismo". Durante el día deambulan por la localidad y subsisten a su situación bastante mejor que cuando llega la noche. Este hombre dormía, como hemos dicho, sobre unos cartones con el único abrigo de un chaqueta. Le entregaron una manta, una prenda de abrigo y le ofrecieron una bolsa con alimentos.
Es habitual que estos indigentes, debido a un alto nivel de pobreza, hayan sido abandonados por sus propias familias, siendo la soledad y el refugio en el alcohol valores añadidos a una situación tan penosa.
Hay otro perfil de "sin techo", una población latente de gente más joven, extranjeros e incluso familias, que buscan resguardo en casas abandonadas fuera del casco urbano.
Esta es la "otra Alzira" que no figura en los censos y que necesita ayuda, comprensión y diálogo para seguir adelante; precisamente lo que les dan los voluntarios de Cruz Roja.