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Llevan 50 años ininterrumpidos en los cadafales de la plaza de toros de Algemesí, un coso único que resurge cada septiembre por el empuje de todo un pueblo como una liturgia centenaria sin parangón en ningún otro punto del territorio. Son los miembros de Fanecaes, la peña cadafalera más veterana de las 29 que existen en Algemesí. Entre todas aglutinan a unas 4.500 personas que cada día durante la semana taurina abarrotan la plaza, donde el toro es la excusa para la fiesta.
En sus bodas de oro, los miembros de Fanecaes cuentan sus experiencias. Reciben a las puertas de la plaza, un ordenado amasijo de maderas, cuerdas y clavos que los mismos cadafaleros levantan tras la fiesta de la Mare de Déu de la Salut, ésta patrimonio de la Humanidad. El jueves culminó la construcción de este monumento de la arquitectura popular que se yergue en el centro de la ciudad. Orgullosos de mostrar la plaza mientras culmina el ritual del montaje, los miembros de Fanecaes, hoy todos jubilados, cuentan que en la peña hay tres exconcejales que pasaron por el ayuntamiento en partidos y épocas distintas aunque se apresuran a aclarar que nunca han mezclado fiesta y política.
La peña es también la primera que decidió instalar, allá por 1971, un casetón, a semejanza de los barracones de la feria de Abril de Sevilla, en el parque Salvador Castell, hoy convertido en centro neurálgico de la fiesta en uno de los mayores cambios históricos del último medio siglo de la fiesta. Fanecaes también es de las peñas pioneras en adquirir un inmueble donde guardar las tablas con las que participan en el montaje de la plaza y donde celebran sus encuentros sociales: la casa de les quatre palmeres, como la bautizó Teodor Llorente, el padre de la Renaixença valenciana que pasó largas temporadas entre los huertos de Algemesí. "Allí se han criado nuestros hijos", explican varios de los 17 integrantes de la peña Fanecaes, en cuyos testimonios una de las palabras más repetidas es "unión". Carlos Alós.
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