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LA UNIÓ de Llauradors denuncia que el precio de los abonos nitrogenados, los más utilizados en el campo valenciano, se sitúan en estos momentos un 12% más caros que en las mismas fechas del pasado año a pesar del importante descenso del precio del barril de petróleo. Los agricultores valencianos pagan ahora una cantidad media de 1,06 euros/kilo, por encima de la barrera psicológica del euro por kilo, cuando el año anterior les costaba 0,95 euros/kg; es decir 0,11 euros más ahora que representan un 12%. Este incremento de precio no se entiende si tenemos en cuenta que a lo largo del mes de mayo el precio del barril de brent ha sido un 40% mes barato que en ese mismo mes de 2014. De 65,56 euros que cotiza ahora a 109,41 euros que lo hacía en mayo del año pasado.
Ramón Mampel, secretario general de LA UNIÓ, señala que “no es lógico que mientras el precio de referencia del petróleo se abarate, los abonos nos cuesten cada vez más caros; así no se cumpla el axioma de que cuando se abarata el precio de la materia prima lo haga del mismo modo el producto final”.
Mampel indica que “hay en el tema de los fertilizantes un mercado especulativo y controlado por grandes multinacionales que nos imponen a su antojo el precio al cual debemos pagarlos; por ello reclamamos una investigación en este asunto tan opaco para que se produzca esta situación”
No es el del los fertilizantes el único coste que les sube en la actualidad a los agricultores pues lo mismo ocurre con otros inputs. Por ejemplo, las elevadas temperaturas de los últimos meses ha provocado que se incremente el número de riegos y por tanto el consumo de la factura de agua se incremente, en algunos casos hasta suponer un 50% más de los gastos finales de cultivo.
Todo ello contrasta con el precio que perciben los agricultores por sus producciones, estancados en el mejor de los casos o mucho más bajos en la mayoría de las ocasiones. “Si los costes de producción nos siguen subiendo y las cotizaciones que percibimos por nuestros productos descienden conducen a una situación de inviabilidad a muchas explotaciones agrícolas, incluso a aquellas más modernizadas que estaban al límite de la rentabilidad”, asegura Ramón Mampel.
LA UNIÓ