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Las nuevas clases de arroz se investigan en Sueca
La Estación Arrocera, que depende del IVIA, cumple cien años al servicio constante de la mejora del cultivo
Dentro del casco urbano de Sueca, rodeada de casas, sorprende una construcción peculiar, con un enorme patio que tiene un invernadero y curiosos receptáculos que varios meses al año se llenan de matas verdes. No es un gran jardín entre tres calles, son las instalaciones de lo que aún se conoce popularmente como la Estación Arrocera, donde se trabaja en la mejora del cultivo del arroz y en la obtención y experimentación de nuevas variedades que mejoren las condiciones de cultivo y las cualidades gastronómicas del grano.
La Estación Arrocera de Sueca nació el 7 de febrero de 1913, por lo que está a punto de cumplir su primer centenario, aunque el centro no se llama hoy así, sino que, oficialmente, es el Departamento del Arroz del IVIA (Instituto Valenciano de Investigaciones Agrarias), ni se encuentra exactamente donde empezó.
Cuenta Ramón Carreres, su director, aunque próximo a jubilarse, que de 1913 a 1923 se ubicó la Estación en una casa alquilada, hasta que el ayuntamiento suecano proporcionó el antiguo asilo de ancianos, que hubo que abandonar en 1965 porque lo destrozaron las termitas y se inauguró entonces el centro actual, que se hizo con dinero del I Plan de Desarrollo.
Arroz redondo, arroz largo
Se ubicó a las afueras de Sueca, pero luego lo ha terminado absorbiendo el crecimiento urbanístico, y por eso contrastan hoy las doscientas 'balsetas' con plantas de arroz al lado mismo de bloques de viviendas, casas bajas de pueblo y calles con bastante tráfico.
Estas 'balsetas' de obra y rellenas con tierra del marjal componen la primera base de experimentación de los cientos de hibridaciones que realizan los investigadores, en una constante búsqueda de mejorar las variedades que se cultivan en cuanto a rendimientos de kilos, seleccionando las que tengan las matas más bajas, para que no caigan fácilmente con vientos y lluvias, ciclos más cortos para recolectar antes de los temporales de otoño, granos con más almidón para que absorban mejor los sabores de los guisos, etc.
Pero lo de los sabores es distinto según se trate de arroz redondo o largo, recuerda Carreres. El grano redondo (menos de 5,2 milímetros y una relación entre largo y ancho de menos de 2) es el que se usa para guisos como la paella y demás platos que tienen por base el arroz. Es lo que se consume muy mayoritariamente en España y por eso interesa que el grano tenga buenas condiciones para ello.
Sin embargo, España es excedentaria en arroz, produce más del que consume, por lo que ha de exportar, y resulta que el arroz que se gasta más en otros países europeos es el de tipo largo (grano con más de 6 milímetros y relación largo/ancho por encima de 3), porque se emplea sobre todo como arroz blanco para guarnición. Esto obliga a tratar de que este tipo de arroz tenga personalidad por sí mismo, no hace falta que coja sabores y se tiende a conseguir que sea aromático.
Por esta evolución del mercado, buena parte del cultivo en Andalucía y Extremadura se ha decantado últimamente más por el arroz largo, mientras que los agricultores de Valencia y el Delta del Ebro están especializados en el redondo.
De los laboratorios y las parcelas de la veterana Estación Arrocera han salido variedades que históricamente han desempeñado un papel vital en la producción local y española, como Bahía y Sequial (que datan de 1968 y hoy apenas se cultivan ya), Niva (1978), Tebre y Sénia (1986), Leda (1990), Marjal (1998) y, desde 2003, Alena, Cormorán y Gavina de grano cristalino (poco almidón) y JSendra, Sanet, Sirvent y Albufera (grano perlado, porque concentra más almidón).
Riesgo de traslado
Sin embargo, la obtención de una nueva variedad es un proceso largo y complejo que dura alrededor de doce años desde que se obtiene la línea inicial de hibridación hasta que se selecciona, de entre cientos y miles de resultados intermedios, uno que se demuestra muy conveniente (si hay suerte) y se registra oficialmente como tal.
Ahora mismo hay en marcha diversas líneas que acabarán dando seguramente prometedoras variedades que mejorarán más aún las actuales. No obstante, hay preocupación porque el centro cuenta con poco personal, no se renuevan plazas vacantes y corren rumores de que la Generalitat pretende trasladar al IVIA de Moncada todos los departamentos dependientes del mismo, incluido éste de Sueca. Vicente Lladró. Leer noticia completa en Las Provincias
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