Los restos mortales de dos sacerdotes, uno de ellos beato y otro en proceso de beatificación, Vicente Rubiols Castelló (1874-1936) y Emilio Ferri Calatayud (1899-1936), respectivamente, mártires ambos de la persecución religiosa de 1936, han sido inhumados en la parroquia de San Pedro Apóstol de La Pobla Llarga, localidad natal del segundo y en la que ejerció su ministerio el primero.
Previamente, los restos mortales “fueron exhumados del cementerio municipal de la localidad y sometidos a un detallado estudio forense, en el que se ha podido comprobar el martirio que sufrieron y que constaba en las actas”, según ha indicado hoy a la agencia AVAN el sacerdote Óscar Benavent, natural de La Pobla Llarga, que estuvo presente en la exhumación y en la inhumación como notario del tribunal.
Asimismo, los restos “fueron sometidos a una cuidada preparación para ser inhumados y depositados en unas arquetas que fueron colocadas en la iglesia parroquial el pasado domingo tras la celebración de una eucaristía”, ha añadido Benavent.
Vicente Rubiols y Emilio Ferri
El beato
Vicente Rubiols Castelló, nacido en Gandía en 1874, fue párroco de La Pobla Llarga durante casi 40 años. En 1936 huyó a Valencia hasta el día 30 de junio, cuando se trasladó a Picanya. “Allí fue encontrado el 4 de agosto por cuatro milicianos que le llevaron de nuevo a La Pobla Llarga en coche y durante el camino, en la carretera real de Valencia a Madrid, le hicieron bajar y le fusilaron”.
Sus restos mortales fueron enterrados en Picassent y, posteriormente, fueron trasladados al cementerio de su localidad natal, donde fueron exhumados. Fue beatificado por el papa san Juan Pablo II en 2001.
Emilio Ferri Calatayud, que nació en La Pobla Llarga en 1899, fue ecónomo en Montesa y párroco de Alborache y de Museros. En 1936 “se trasladó a Valencia, donde permaneció oculto hasta que fue descubierto y detenido el 16 de agosto”. Después, fue trasladado a su parroquia de Museros, “donde fue torturado durante tres días hasta su muerte”.
AVAN