Siempre se ha dicho que las elecciones son la ‘fiesta de la democracia’. Se supone que en unas elecciones, el pueblo elige a quien quiere que le represente; forma parte del juego y todos aceptan las reglas del juego.
Pero parece ser que no todos piensan lo mismo y participan en política para algo más que para el bien común; es decir, para el bien propio y cuando las reglas del juego democrático, de una forma legal, deciden que ha llegado el final, no todos lo aceptan.
Me ha sorprendido leer en
eldiario.es el comentario de una concejala del PP, quizá pronto exconcejala, que entre otras aberraciones decía cosas como: “Ahora empezarán la quema de iglesias y la violación de monjas”.
Una mayoría que no participamos en política ni obtenemos ningún beneficio, ¿qué podemos pensar cuando los políticos nos hablan de consenso, democracia, libertad y demás jerga que usan a la perfección?
Es tan importante saber ganar como saber perder. Ahora que, probablemente, en muchos lugares se producirá un cambio político en muchas administraciones, espero que no afloren odios y venganzas. Que los que se van no lo hagan matando ni llevándose por delante a aquellos que han sido críticos y los que entran no busquen ningún tipo de revancha. La democracia es algo más que una palabra.