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Los supervivientes de Gavarda
Una veintena de familias todavía residen en el casco antiguo del municipio tras negarse a vivir en el nuevo pueblo construido en alto tras la pantanada
Los solares donde las malas hierbas se entremezclan con los restos de baldosas son la muestra de que hace años este lugar albergó cientos de casas. En la actualidad, el pueblo viejo de Gavarda sólo cuenta con unas veintena de casas habitadas, la mayor parte por personas de avanzada edad que se negaron a abandonar sus residencias para trasladarse a la nueva ubicación tras la pantanada. Las casas ocupadas lindan con solares o con otras ya deshabitadas que esperan para ser derruidas.Se trata de otra de las consecuencias de la rotura de la presa de Tous en 1982. «Nos dijeron que aquí corríamos peligro de inundaciones, pero eso es mentira, era por temas políticos. Desde entonces no ha vuelto a llegar el agua a nuestras casas», explica Barea, uno de los vecinos de Gavarda viejo.
Y es que ninguno de los habitantes de esta zona tiene miedo de que se vuelva a repetir una situación como la de hace 30 años y coinciden en que se vive muy bien, por lo que no tienen motivos para cambiar. «Esto es la gloria. Nosotros compramos una de las casas que todavía tenía propietario hace unos 12 años y estamos encantados», apunta una vecina que vino desde Francia y de los pocos habitantes que no vivieron el momento de la pantanada en este pueblo.
Son unas dos décadas las que hace que la mayoría de gavardins abandonaron el casco antiguo q todavía hoy sigue presidido por la iglesia y por el bar, motor de la vida social.
«No necesitamos mucho más. Cuando hay que comprar cogemos el coche y vamos al pueblo nuevo, aquí la mayoría trabajábamos del campo porque no hay industria y no tenemos problemas para aparcar», comenta uno de los vecinos que ha pasado sus 75 años en este pueblo de la Ribera Alta. Mientras habla con LAS PROVINCIAS hace recuento de las viviendas que siguen habitadas y las que no. La suya es una de las que se encuentra entre dos terrenos desolados pero no supone un problema, ya que es una de las estampas habituales en este municipio.
Tras la riada del 1982 comenzaron los problemas entre las personas que estaban a favor de mudarse al pueblo nuevo, a unos cientos de metros del antiguo, y los vecinos que lucharon por quedarse. «No íbamos a cambiar nuestra casa por una de aquellas, con lo que habían trabajado nuestros padres para conseguirla», recuerda Ana Domínguez, otra de las vecinas del casco antiguo.
Silencio en las pocas calles que quedan y en el pequeño parque infantil sólo alterado por el sonido de algún coche que cruza la carretera. Sin embargo, la tranquilidad que tanto defienden los vecinos del pueblo viejo deGavarda se rompió el 20 de octubre de 1982 con las sirenas que anunciaban que se tenía que desalojar el municipio. Una fecha que marcó un antes y un después en este municipio y que es una de las muestras más visibles de las consecuencias de la rotura del pantano de Tous. A. Talavera. Leer noticia completa en Las Provincias
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