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“Por las noches todavía recuerdo la agonía de ver la muerte cerca”
El policía nacional de Valencia que, estando franco de servicio, salvó a un hombre de morir ahogado en Cullera afirma que lo volvería a hacer
«Cuando se te baja la euforia del momento y te paras a pensar en lo que podía haber pasado, la verdad es que le das vueltas. Por las noches todavía recuerdo la agonía de ver la muerte cerca», reconoce R. D. M., el agente de la Policía Nacional que salvó a un hombre de morir ahogado en una playa de Cullera. Este policía de 34 años, que se encontraba franco de servicio disfrutando de una tarde en la playa con su mujer y su hijo, no se lo pensó dos veces y se lanzó al mar para rescatar a esta persona, que atrapado por el fuerte oleaje se estaba ahogando a unos 60 metros de la costa.
«Me metí en la policía para esto, para ayudar a la gente», asegura R. D. M., quien prefiere mantener su anonimato por motivos de seguridad. «Yo no me puedo quedar quieto, ¿qué hacía, me quedaba mirando cómo se ahogaba?». Aunque reconoce que realmente pasó «un mal trago en el agua» y que por momentos pensaba «que no lo contaba» ninguno de los dos.
Eran aproximadamente las ocho de la tarde, en esta playa de Cullera ondeaba la bandera roja y hacía una hora que el servicio de socorristas había finalizado su jornada. El policía, destinado en la unidad de Seguridad Ciudadana de la Policía Nacional de Valencia, estaba disfrutando de su día libre con su mujer y su hijo de tres años. «Estaba haciendo castillos de arena con mi hijo cuando escuché a alguien gritando a lo lejos y vi en el agua a una persona haciendo aspavientos con las manos», relata el agente, quien reconoce que en un primer momento creyó que se trataba de un niño.
«Miré hacia un lado y hacia al otro, y al no ver ningún socorrista ni nadie cerca que pudiera ayudarle, me tiré a nadar hacia él», explica. Lo fácil fue llegar hasta el bañista que pedía auxilio, pero sacarlo hasta la orilla no iba a ser tarea sencilla. «Estaba muy nervioso, no tenía dónde agarrarse y trataba de cogerse a mí».
Cada vez más lejos de la orilla
Recordando los consejos de otros compañeros a los que ya les había pasado algo similar, y sabiendo que si se cogía a él los dos acabarían en el fondo y no podrían avanzar, el agente relata que lo agarró del brazo y fue tirando de él aprovechando las fuerza de las olas. No obstante, «las crestas de las olas de arrastre te van metiendo para dentro y empecé a tragar agua», añade. Ignacio Cabanes. Leer noticia y ver hilo de debate en levante-emv.
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