En algunas ocasiones me han sorprendido las noticias de la prensa local pero todo tiene un límite. Desde hace un tiempo se pueden leer cosas como estas:
“Este insecto (la mosca negra) tiene su hábitat en áreas pantanosas como los arrozales”,
“Su hábitat normal son las zonas pantanosas o ricas en agua, como los arrozales”,
“El tratamiento en Alzira se realiza por primera vez a causa de la llegada de la mosca negra procedente del delta del Ebro desde Barcelona”.
Rotundamente, los arrozales no tienen nada que ver con el ciclo de la mosca negra. Se circunscribe exclusivamente en aguas corrientes y normalmente limpias y oxigenadas con cierta cargas de materia orgánica de la que se alimenta. Su larva se desarrolla de forma habitual en la mayor parte de los ríos de la Comunidad Valenciana.
Rotundamente, no procede del Ebro, los ríos de la Comunidad Valenciana (y de otras comunidades) se bastan por sí solos. De hecho, el autor de esta nota tiene identificadas unas diez especies en nuestras aguas.
Entonces, ¿Qué es lo que ha cambiado en estos últimos años?. De las diferentes especies de mosca negra del género Simulium presentes en los ríos, no todas son agresivas con el hombre. Al igual que en el caso de los mosquitos picadores (Culicidae), son las hembras que se alimentan de sangre para asegurar la puesta de sus huevos. La especie conflictiva se denomina Simulium erythrocephalum y tiene esa predilección. Pertenece a la familia Simuliidae (Diptera). En la actualidad su mayor población se encuentra entre Carcaixent y la desembocadura del río Júcar en Cullera. Estos son los resultados obtenidos por Juan Rueda mediante un estudio financiado por el Ayuntamiento de Valencia. En los últimos años, desde 2009, se ha visto favorecida por el aumento de vegetación acuática sumergida. Tiene un sustrato que le gusta más que cualquier otro debido a una mayor oxigenación del agua proporcionada por el movimiento de las hojas. El aumento de su población ha provocado una alarma social a causa de las picaduras que produce. Estas no son dolorosas en el momento de “picar” ya que la mosca introduce diferentes sustancias que facilita su ingesta de sangre. Estas son, entre otras: un anticoagulantes para facilitar la fluidez de la sangre, un vasodilatador que aumenta el fluido, y un potente analgésico para evitar el movimiento de su presa al ejecutar su acción. No pican ni muerden, lo que hacen es cortar la piel con unas finas láminas bucales. El dolor vendrá después, cuando desaparezca el efecto del analgésico. La herida puede durar entre dos y seis semanas y suele producir mayores reacciones alérgicas que la picadura de los mosquitos habituales (Culicidae). Esto se debe al modo de actuación sobre la piel, una manera mucho más agresiva de alimentarse, un verdadero desollador. Juan Rueda Sevilla, investigador de la Universidad de Valencia.
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