Un agricultor de Carlet aplica la microaspersión contra heladas
La aplicación de agua sobre los cultivos hace subir la temperatura
Como un 'iglú'
La principal característica de este sistema, conocido como 'control heladas', consiste en que no intenta salvar equis grados de temperatura, sino mantener toda la vegetación de la superficie tratada bajo una fina película de hielo que aísla el cultivo. De esta manera, debajo de ese fino aislamiento sólo puede bajar el termómetro a cero grados. Como en los 'iglús' de los esquimales.
Por eso funciona con igual eficacia en heladas de inversión térmica (rosá blanca) o de advección o invasión de aire polar (gelá negra), y además a un coste de instalación soportable. Tan sólo hay que gastar unos 330 euros por hanegada (4.000 por hectárea) en la instalación, se aprovecha la infraestructura básica del riego localizado y los materiales los puede colocar fácilmente el propietario del campo.
Por otro lado, el coste de funcionamiento es bajo, porque también se trabaja a poco caudal, y no hay que aplicar ningún sistema de calentamiento del agua. Basta con el agua almacenada en una balsa, cuya temperatura no baja en madrugadas de helada de entre 11 y 13 grados. Si es agua directamente sacada de pozo, mejor, porque entonces se puede encontrar a entre 15 y 18 grados, lo que facilita un buen resultado.
Pequeño caudal
Mientras que sistemas tradicionales de microaspersión suponen la aplicación de grandes caudales de agua, del orden de 5 o 6 litros por metro cuadrado y hora, éste sólo necesita un litro por metro cuadrado y hora y encima asegura mayor eficacia. Esa diferencia de caudal permite además limitar el gasto de agua, evitar problemas de acumulación de hielo que puede rompe ramas del arbolado y no ocasionar encharcamientos en el suelo.
El secreto que marca esa mayor eficacia con menor caudal de agua estriba, según Carlos Arenes, en el diseño de los propios dosificadores y microaspersores, que funcionan con el principio de 'pulsión', lo que permite transformar un caudal pequeño de agua en un caudal instantáneo grande y con un reparto uniforme y constante del agua sobre la vegetación. El tamaño de las gotas de agua también resulta esencial, porque si son muy pequeñas se puede facilitar su evaporación, lo que representa absorber calor y aún incrementa el problema de la helada. Y si son demasiado grandes, se acumula el hielo y su peso causa destrozos.
Otros sistemas
Sin embargo, con el tamaño idóneo que han estudiado los diseñadores del sistema se permite mantener mojado el follaje durante horas, lo que permite que la capa de hielo aislante sea siempre una película, y el calor latente que deja para pasar de líquido a hielo, mantiene el interior a no menos de cero grados.
Otros sistemas conocidos para combatir las heladas agrícolas son las torres con ventiladores, las estufas o grandes calentadores que arrastran tractores por la plantación.
Todos ellos han demostrado su eficacia, pero no en todos los casos. Y además exigen grandes gastos adicionales en gasóleo, gas o electricidad. V. Lladró. Leer noticia completa en Las Provincias
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