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Vicenta Sapiña muestra un pequeño gesto de alegría cuando ve el apoyo vecinal que está teniendo en el proceso de desahucio que está padeciendo por lo que respecta a su vivienda en Sueca pero reconoce que no tiene mucha esperanzas en mantenerla.
Desde la jornada del lunes y hasta la mañana de hoy, cuando está prevista la celebración de la subasta del ático que ocupaba junto a su marido, un buen grupo de vecinos, «cada vez somos más», se concentró a las puertas de la entidad bancaria Cajamar, cuya sucursal está situada muy cerca del ayuntamiento de la capital de la Ribera Baixa.
Vicenta insistió en que quiere que se aplique la dación en pago para resolver su situación: «Que se queden con el piso, pero que me quiten la deuda», que cifró en una cantidad aproximada de 250.000 euros en total después de que la deuda principal ascienda a 172.000 euros pero a esta cantidad hay que añadirle diferentes conceptos. Esta vecina explicó que tiene un hijo de ocho años «pero mi marido tiene una nómina», por lo que pidió una prórroga para poder ir pagando. Explicó que tenían una empresa de construcción «que fue mal y la cerramos, por lo que dejé de pagar mi vivienda durante tres años». Aunque la subasta está prevista para la mañana de hoy en el juzgado suecano, Vicenta y los miembros de la Plataforma Antidesahucios que la acompañan en su queja tienen la sospecha de que, «presuntamente, la vivienda se ha vendido ya a una inmobiliaria». De este modo, su intención es acudir en la mañana de hoy al juzgado y si se ha vendido la vivienda, «volveremos a instalarnos a la puerta del banco y seguiremos con nuestra protesta pacífica», explicaron desde la PAH de la Ribera Baixa, quienes añadieron que en apenas seis horas han conseguido recoger mil firmas de apoyo a la familia de Vicenta.
La historia de Vicenta y su marido Agustín vive un episodio desagradable pero nada comparable a lo que padecieron hace algo más de una década. En concreto, el sábado 14 de diciembre de 2002, una explosión de gas provocaba la caída de una fachada en el Passeig de l'Estació de Sueca. Los restos caídos provocaron el fallecimiento de su hija, que en esos momentos contaba con cinco años de edad, y que jugaba, junto a algunos de sus familiares, en una terraza situada debajo de la casa en que se produjo la explosión. Cuando se le pregunta a Vicenta si tiene inconveniente en que se recuerde esta trágica historia, no duda en responder afirmativamente pese al dolor causado en ese momento. Leer noticia completa en
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