¡Vaya, vaya! Aquí no hay valla | Opinión: JAGS
“El gamberrismo destruye aquello que construimos entre todos. En este caso, el vallado que protege la vía para ir a pie o en bici a la estación de RENFE de Alzira”
Una amiga a estas alturas de 2016 ya ha incumplido una de esas promesas recurrentes para el año nuevo, lo de abandonar el tabaco no ha llegado ni a los 15 días. Otro conocido, hace unas horas conversando delante de un café, me contaba que estaba valorando borrarse del gimnasio. Cuando tocó examinar alguno de mis proyectos para este año afirmé con rotundidad que continúo con los ánimos intactos y que gracias a abandonar el sedentarismo he descubierto cosas en la ciudad, que de otra manera sería difícil que me enterara.
Y es que lo de abandonar el bonobús por la caminata a pie para llegar a la estación y subirme al tren con destino Valencia me ha descubierto que vivo en una ciudad en la que el gamberrismo destruye aquello que construimos entre todos. Es el caso del vallado que protege la vía peatonal que transcurre paralela al río y que muchos utilizamos para ir a pie o en bici a la estación de RENFE de Alzira. Algunos tramos están rotos, otros han sido arrancados y ponen el peligro la integridad física de algún despistado que en su paseo puede caer de una altura considerable y acabar en el hospital. La policía local tiene conocimiento de ello porque los trechos destrozados están señalados con la cinta correspondiente que indica que hay un peligro, pero pasan los días y el servicio de mantenimiento no repone estas estructuras.
Estas deficiencias que hoy planteo no son nuevas, ya en septiembre de 2014 podíamos leer en este mismo medio, la queja sobre el mal estado del camino peatonal hacia la estación que realizaba una usuaria de esta vía a través de la sección cartas al director.
No pongo en cuestión a aquellos que diseñaron el acceso peatonal que une la estación de trenes de Alzira con el núcleo urbano, se supone que ellos son los que tienen los conocimientos técnicos para la construcción de estas infraestructuras y tampoco quiero pensar que aquellos que dotan de presupuesto las obras no piensan en la racionalización del gasto.
Mientras los ciudadanos pensamos en cómo mejorar la educación para que el límite de las tonterías de juventud sea una trastada y no un acto vandálico, mientras nos concienciamos de que en realidad la educación es el futuro y mientras analizamos pausadamente que la libertad no debe perjudicar a la sociedad de la que participamos, pues bien, mientras nosotros examinamos todos esos aspectos, quizás las cabezas pensantes que hemos decidido nos gobiernen deberían coger la calculadora y echar cuentas sobre si es más rentable continuar reponiendo cada poco tiempo estos siniestros o buscar alternativas a la valla de madera que, estéticamente queda muy bien, pero que quizás es poco adecuada por las características del entorno y la fragilidad del material.
La responsabilidad de mantener nuestra ciudad en las mejores condiciones es de todos. Los irrespetuosos son unos pocos, pero están destrozando parques infantiles, rompiendo mobiliario urbano, pintarrajeando las paredes con firmas absurdas y estropeando infraestructuras construidas con mayor o menor gracia, pero que salen de los impuestos de todos los alcireños.
Sería importante que las autoridades policiales se plantearan realizar una campaña para controlar a estos descontrolados.
Mientras entre todos intentemos buscar soluciones para que la educación en un futuro subsane lo que en la actualidad tendrá que hacer la legislación.
Fotos: Hayack (El Seis Doble)
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