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Bernardo Bertolucci: “Estamos asistiendo al suicidio de la democracia”
“Siento que es el momento de culminar mi obra”
Postrado en una silla de ruedas, Bernardo Bertolucci (Parma, 1941) está feliz como un niño con su regreso al cine. Han pasado diez años desde que su último filme, Soñadores, personal retrato del Mayo del 68, despertara una polémica (bastante absurda) alrededor de sus escenas sexuales en lo que se anunció como una vuelta del cineasta al terreno de El último tango en París (1972). Y desde entonces, un largo silencio de una década marcado por sus problemas de salud. “Me dijeron que no podría volver a rodar películas, y lo más triste es que durante algún tiempo les creí. Poco a poco fui aceptando mi condición y redescubriendo mi vocación”, explica Bertolucci, tan elocuente y expresivo como tendemos a suponer en un italiano. “Siempre he sentido un amor muy intenso por el cine. Pero esta vez lo he disfrutado de forma especial, ha sido como volver a enamorarme”.
La nueva película del maestro se titula Tú y yo y se estrena el 26 de julio. Es la adaptación de una novela de Niccolo Ammaniti, que narra una historia “minúscula” de la que el cineasta logra extraer algunas de las más bellas imágenes de su obra. El filme cuenta lo que sucede durante la semana en que Lorenzo (Jacopo Olmo Antinori), un adolescente asocial, decide no irse a esquiar con sus compañeros de colegio, como cree su madre, y en cambio se encierra en el sótano de su casa a leer. Su soledad se verá alterada por la brusca irrupción de su hermanastra, Olivia (Tea Falco), una veinteañera adicta a la heroína que quiere superar su problema porque se ha enamorado. En Tú y yo brilla sobre todo el talento que ha hecho de Bertolucci un artista fundamental: la dirección de actores.
Después de diez años sin ponerse detrás de la cámara, ¿por qué decidió regresar?
Una película es como una historia de amor. En mis condiciones físicas ya no puedo rodar nada parecido a Novecento o El último emperador. Cuando leí la novela sentí un verdadero flechazo, enseguida supe que tenía que contarla. En realidad, no he hecho muchas películas [dieciocho sin contar los cortos de filmes colectivos] y tengo celos de los directores que exhiben largas filmografías. Jamás tuve esa facilidad para hacer películas muy seguidas. Siento que es el momento de culminar mi obra.
Llama la atención que regrese con una historia en la que explora una época como la adolescencia. ¿A qué se debe?
Lo más interesante de esa etapa es que se produce cuando uno forja su identidad. Me seduce mucho ese protagonista que miente todo el rato y que guarda tantos secretos. Es un joven confuso pero que al mismo tiempo tiene una personalidad muy definida. Me fascina ese momento de la vida en que uno se atiborra de comida basura y hace planes para el futuro. Por otra parte, me brindaba la posibilidad de trabajar con actores jóvenes, algo que me divierte mucho más. A Jacopo [Olmo Antonioni] lo vi crecer durante los tres meses de rodaje. Cuando terminamos era otra persona, mucho más madura. Cuando suceden tantos cambios tan deprisa es maravilloso verlo.
Acaba contando una intensa historia de amor filial.
Vemos cómo se van liberando de sus prejuicios y sus miedos. Al principio, cuando aparece su hermana, el chico no reacciona bien porque su plan de estar solo se va al traste. Poco a poco, llegan a conocerse y cada vez son menos rígidos el uno con el otro. Va surgiendo ese verdadero amor entre hermanos y al final están liberados y esa conexión les produce una enorme felicidad. Es una película muy conectada con las emociones, con los sentimientos. Está muy relacionada también conmigo mismo, con el proceso que he sufrido estos últimos años de aceptar mi condición física.
En Tú y yo aborda la paradoja de querer estar solos al tiempo que queremos amar y comunicarnos. ¿Se siente identificado con el protagonista?
La soledad es un sentimiento que conozco muy bien. No tengo ninguna necesidad de hacer un esfuerzo para meterme en la piel de ese joven. Lo más terrible de estar solo es cuando uno no lo ha elegido, pero si es voluntario... yo siempre digo que a mí la soledad me hace mucha compañía.
Siempre ha sido un director de actores y, en este caso, al encerrarlos en un espacio muy reducido, como ya hiciera en El último tango en París, su protagonismo es aún más marcado.
Estaba fascinado con sus cuerpos y sus rostros. Durante el rodaje sentía que estaba tratando de penetrar en sus psicologías, en su misterio. Ese fue el gran estímulo. Por eso es tan importante encontrar a los actores adecuados, y tuve mucha suerte. Además, eran muy distintos. Jacopo es como un soldado y recitaba su diálogo de forma militar. Olivia, en cambio, era mucho más libre y constantemente cambiaba sus líneas, lo que desconcertaba mucho al chico. Cuando escribes un guión los personajes son de papel, pero en el momento en el que tienes los cuerpos y los ojos comienzan a existir de verdad.
En Tú y yo muestra la rebeldía y la rabia juvenil, temas que ya estaban presentes en Antes de la revolución (1964). ¿Cómo cree que ha modificado el sentir político de la juventud desde entonces?
Gran parte del problema es que hoy la política ya no tiene encanto. Cuando yo era joven podías expresar tu rebelión pensando que podías cambiar el mundo. ¿Qué les queda a los chavales de hoy? Su única manera de rebelarse es individualista, se encierran en su habitación, insultan a sus padres porque les avergüenzan y ponen la música muy alta. Hay una rebelión que es fisiológica pero que ahora no tiene forma de hacerse activa. Hay una censura mucho más grande de la que ha habido jamás porque no tienen ninguna salida.
¿Qué opina de las manifestaciones callejeras en todas partes del mundo, de Brasil a Turquía pasando por Madrid?
Son un signo de esperanza. Uno siente que aún estamos vivos. De todos modos, sigue faltando una alternativa real. Serán los jóvenes quienes deban construirla.
¿Se sigue considerando una persona de izquierdas?
El mundo está lleno de injusticias y, mientras siga habiéndolas, yo seguiré siendo de izquierdas. La sociedad ha cambiado de una forma demasiado rápida y no creo que sea posible entenderla ahora mismo. Quizá dentro de un tiempo podremos saber cómo es realmente la juventud de hoy, esa juventud que retrato en la película. Ahora mismo, el panorama parece devastador después de 30 años de anestesia televisiva y del triunfo de la subcultura. Vivimos en el apogeo de unos valores falsos. Es posible que algún día descubramos que los jóvenes de hoy también saben leer. Siempre tengo esperanza.
Desde España, la situación de Italia parece un caos difícil de entender. ¿Cómo lo vive?
En mi país asistimos al suicidio de la democracia. Es muy deprimente. No hay una verdadera izquierda. Yo confío en que los italianos al final sabemos cómo resolver las situaciones. Hemos caído a un punto tan bajo que tengo la esperanza de que surja una voluntad de arreglar el desastre. | Juan Sardá. Leer entrevista completa en elcultural.es.
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