Bert Trautman, de la juventudes hitlerianas a leyenda del City
Fue el primer alemán en jugar la final de la FA Cup
La Llosa es una pequeña localidad costera de Castellón de menos de un millar habitantes que vive del naranjo y del turismo. No es raro encontrar en sus calles o playas a personas mayores llegadas del centro o norte de Europa en busca de sol. El 19 de julio de 2013 murió uno de ellos, Bert Trauttman. Es posible que muchos de los que se lo cruzaran paseando por la playa o por las calles del pueblo no supieran que aquel hombre que buscó el sol del Azahar para acabar sus días había lucido el uniforme de la Lutwaffe, había sido hecho prisionero por los británicos en la Segunda Guerra Mundial o que era, y es, una leyenda del Manchester City.
Trauttman nació en Bremen en 1923 en el seno de una familia arruinada en aquella Alemania de miserias de entreguerras. Obligado a pedir en la calle y hacer cualquier cosa para comer, a los 10 años encontró refugió en las Juventudes Hitlerianas. Como él contaría años después, a esa edad se trataba solo de jugar y hacer deporte, aunque la doctrina de la esvástica iba haciendo su trabajo. Seis años después, cuando Hitler retó al mundo y lo llenó de sangre, Trauttman era un jovencísimo paracaidista que fue enviado al frente del Este. Allí vio tales horrores cometidos por las tropas nazis que la idea del suicidio se le apareció más de una vez.
Condecorado con la Cruz de Hierro, fue enviado al frente occidental. Allí logró escapar de la resistencia francesa. Con la guerra perdida por los alemanes, regresó a su casa sabiendo que de alguna manera sería detenido. Su objetivo era no en caer en manos soviéticas. Sucedió y así lo contaba él: “Recuerdo que se me acercó un soldado británico y me dijo: ‘Eh, ‘fritz’, ¿quieres una taza de té?”. Como prisionero de guerra (POW) fue enviado a Lancashire. El 9 de abril de 1945, pisaba suelo inglés mientras los aliados ya tenían Berlín rodeado. Su estómago no pudo resistir las imágenes que le mostraron durante los interrogatorios, las pruebas visuales de lo que se había encontrado en los campos de concentración. Trauttman no sabía que empezaba para él una nueva vida, la que acabaría asegurando que “a pesar de haber nacido en Alemania, soy más inglés que alemán”.
Tras menos de tres años de prisión, decidió quedarse en Inglaterra al ser liberado, rechazando la opción que se le ofreció de volver a su país. El deporte había sido siempre una pasión para él, lo que demostró en el patio de la prisión donde estuvo retenido. Eso le valió para empezar a jugar en el St Helens Town. En ese modesto equipo del Merseyside fue visto por un ojeador del Manchester City, equipo al que llegó en 1948.
El fichaje de un sargento nazi provocó una oleada de protestas en la comunidad judía de Manchester. Ante el escándalo provocado, el capitán del City, Eric Westood (que participó en el desembarco de Normandía), se lo llevó un día a la caseta. “Aquí no hay guerras. Eres uno más del equipo y te necesitamos. Buena suerte”, le dijo. Aun así, cada partido que jugaba era una bronca permanente de un pueblo que identificaba en Trauttman todos los horrores que en Europa provocaba el adjetivo alemán. El autor de este texto es Miguel Ángel Lara. Leer artículo completo y ver hilo completo en marca.com.
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