Bishnu Chaudhary cuenta al mundo que fue esclava desde los 9 años por 15 euros anuales
“Trabajaba todo el día, todos los días. Pero nunca estaban contentos conmigo. A veces me pegaban con un palo y yo no sabía por qué”
La infancia de Bishnu Chaudhary no fue la que se supone que deben tener los niños, con educación y tiempo para jugar. A los nueve años —ahora tiene 19— fue enviada por sus padres a trabajar como kalamari (esclava doméstica) a casa de una familia, a la que ella llama “mis dueños”, a cambio de 15 euros anuales. Es tradición en Nepal, su país de origen, ofrecer a las hijas a cambio de un préstamo. Una práctica que Chaudhary se ha propuesto erradicar. Por eso el próximo año irá a la universidad a estudiar Derecho y así poder “hacer justicia”. Entre las clases y sus labores en el campo —para ayudar económicamente en casa— colabora con la ONG Plan, organización que la rescató tras dos años de calvario.“Trabajaba todo el día, todos los días. Pero nunca estaban contentos conmigo. A veces me pegaban con un palo y yo no sabía por qué”, relata serena la joven. Habla un inglés básico, aprendido en el instituto que finaliza este curso. Estudiar fue siempre su sueño. Lo primero que pidió cuando regresó a su casa con 11 años fue poder asistir a la escuela. No resultó fácil convencer a sus padres, tan pobres que no podían prescindir de los ingresos que obtenían por su trabajo. Su padre se resistía además porque pensaba que las niñas no tienen que ir al colegio.
“Ahora se sienten orgullosos de mí. Ellos no saben leer ni escribir. Mi madre llora de alegría cuando me ve dando discursos sobre derechos humanos”, explica mientras moja uno de sus churros en el chocolate. Es la segunda vez que come este típico desayuno desde su llegada a España, donde ha venido a denunciar la situación de las kalamari en Nepal con motivo de la celebración ayer del primer Día Internacional de la Niña. Para dar la conferencia se puso su ropa de gala, la misma que vestía las tres veces que la recibió el ahora expresidente de su país. “Le amenacé. Le dije que o trabajaba por nuestros derechos o haríamos cualquier cosa”, recuerda entre risas. “Conseguimos que por primera vez se incluya en los presupuestos una partida para la protección de las esclavas. Pero no es suficiente”, sentencia. “Quiero ser abogada de mujeres y presionar más al Gobierno”. Alejandra Agudo. Leer artículo completo en elpais.com
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