Canito, un torero con gorrilla blanca, ha sido galardonado con el Premio Nacional de Tauromaquia
A sus 101 años sigue en activo. Fue el único reportero gráfico que inmortalizó la cogida y muerte de Manolete
El Jurado del Premio Nacional de Tauromaquia 2014, reunido hoy en Madrid bajo la presidencia del subsecretario de Educación, Cultura y Deporte, Fernando Benzo, ha concedido el galardón a Francisco Cano Lorenza «Canito», maestro de la fotografía taurina en la que se inició hace 71 años cuya obra, a juicio del Jurado, «constituye hoy una verdadera antología gráfica de todos los hitos y manifestaciones de la Tauromaquia, hasta ser considerada una fuente documental e histórica indispensable para cuantos quieran estudiar los valores culturales y humanos que integran el patrimonio del arte del toreo».
El jurado ha estado compuesto por Luis Alberto de Cuenca, Juan Diego Vicente Hernández, María Teresa Cobaleda Hernández, Ignacio Lloret Carmona, María del Mar Mayoral Figueroa, Antonio Petit Caro, Pío García-Escudero, Beatriz Badorrey Martín, José Rodríguez Sanz-Pastor y Paco Ojeda. Actuó como secretario José María Fernández Lacasa.
Canito nació en Alicante el 18 de diciembre de 1912. Durante la Guerra civil vivió en Madrid en casa de su gran amigo Gonzalo Guerra Banderas, quien le introdujo en el mundo de la fotografía. Poco a poco, le fueron encargando reportajes grandes maestros de la época como Domingo Ortega, Pepe Luis Vázquez o Luis Miguel Dominguín. Aun siendo a lo largo de toda su carrera básicamente un freelance, colaboró con publicaciones como ABC, El Ruedo, Aplausos o Marca.
Nació Canito en Alicante en 1912. Fue profesor de natación en el balneario que regentaba su padre. Probó fortuna, después, como boxeador en el peso mosca, y, más tarde, como torero, que era —así lo ha reconocido— su verdadera vocación. Toreó varios años sin caballos y debutó con picadores en 1941 en la plaza de Puertollano.
Su amigo Gonzalo Guerra Banderas, que lo ayudó durante la Guerra Civil, fue el que lo introdujo en la fotografía cuando Canito se convenció de que sus condiciones como torero no le permitirían alcanzar el estrellato soñado.
Comenzó a trabajar para las grandes figuras de la posguerra, como Pepe Luis Vázquez, Domingo Ortega y Luis Miguel Dominguín, pero la fama le llegó de manera casual cuando en agosto de 1947 se presentó en Linares, donde Luis Miguel Dominguín lo había citado para saldar una cuenta pendiente. En aquella plaza se encontró con Islero, el toro de Miura, y Manolete, la dramática cogida, la agonía y la muerte del torero más importante de aquella época. Las fotos de Canito sobre el momento de la cornada y del cuerpo amortajado del diestro cordobés dieron la vuelta al mundo y le dieron fama y prestigio. El autor de este texto es Antonio Lorca. Leer noticia completa y ver hilo de debate en elpais.com.
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