Durante mi etapa como árbitro de fútbol en la provincia de Málaga, tuve, desgraciadamente, la oportunidad de vivir multitud de situaciones desagradables y violentas, y, desde luego, muy alejadas de lo que entiendo que debería ser el deporte. Los insultos y las amenazas estaban a la orden del día (y en menor proporción las agresiones físicas), y con frecuencia se utilizaban artimañas antideportivas para tratar de ganar a cualquier precio, engañando al árbitro y al equipo rival con actitudes contrarias al honor.
Desde la temporada 2006-2007 hasta mi retirada en 2013, me rebelé abiertamente contra todo esto y puse todo mi empeño en cambiar lo que pudiera (suspendía los partidos que me tocaba arbitrar si el comportamiento en la grada era irrespetuoso) y en proponer (siempre sin éxito) a los dirigentes de las federaciones y los comités de árbitros que adoptaran medidas en pos de un fútbol que educase, un fútbol con valores.
Ahora, a la vuelta de muchos años, ha llegado a mí la noticia del nacimiento de un club malagueño de fútbol, llamado Club Espíritu Deportivo, que pretende todo aquello con lo que tanto hemos soñado los que pensamos que el fútbol puede ser una gran herramienta formativa; un club que tiene como bandera la educación por encima de los marcadores. Por eso me he interesado por conocer a sus creadores (Carlos Javier Estébanez Cano, Miguel Ángel Espinosa y Pedro Javier Gómez Jiménez), tres soñadores sin ánimo de lucro que están luchando para sacar adelante esta misma temporada (2016-2017), a nivel federado, sus tres primeros equipos: baby, prebenjamín y benjamín.
Sé que les está costando mucho sacrificio. No tienen campo propio (se entrenan y disputarán sus partidos –ojalá sea posible – en la ciudad deportiva de Carranque, pagando un alquiler), y, por ahora, no cuentan con ningún tipo de ayuda ni subvención. Además, es difícil para ellos encontrar a niños y niñas como para formar esos tres equipos. Sin embargo, un club como el suyo merece, a mi juicio, ser ayudado. Porque sería precioso ver a todo tipo de chicos jugando juntos (la integración es uno de sus pilares fundacionales); porque sería beneficioso para todos asistir a partidos sin violencia verbal (otro de sus principios es llegar a abandonar las instalaciones si el ambiente no es educativo para sus jóvenes jugadores, algo muy lógico y necesario desde mi punto de vista); porque el fútbol y la sociedad demandan gestos como que el propio entrenador o los jugadores pidan al árbitro que rectifique una decisión equivocada que les beneficiaría (el respeto a la verdad, al árbitro y al rival son esenciales para ellos y quieren trabajarlos con sus jugadores desde pequeñitos, enseñándoles que no es sano eso de ganar de cualquier manera); etc.
El propio correo electrónico del club ya es una declaración de intenciones y de deseos: [email protected] . Yo siempre he pensado que es posible, la verdad. Y me encantaría que las personas que quieren hacerlo realidad (como es el caso de los responsables del Club Espíritu Deportivo) encontraran los jugadores y la ayuda económica necesarios para iluminarnos a todos con la grandeza de sus principios, esos que pueden verse en su página de Facebook.
Si vosotros también pensáis que el proyecto es interesante, os propongo que colaboréis en que sea conocido. Quizá así lleguen más chicos y chicas que quieran jugar en el club, y, por qué no, alguna persona o institución que ofrezca la ayuda económica que, irremediablemente, hace falta.
Ángel Andrés Jiménez Bonillo
Exárbitro y colaborador de Clan de fútbol
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