“Deberíamos tener políticos gitanos”
Beatriz Carrillo, presidenta de la Asociación de Mujeres Gitanas Universitarias, lucha contra los estereotipos y por los derechos de su pueblo
“A mí me encanta que las niñas gitanas me digan desde muy pequeñas, ‘yo quiero ser como tú’. O quiero ser abogada, o lo que sea. Pero que tanto ellas como los padres vean en la formación y la educación una alternativa vital”, dice con énfasis. Lo tiene claro: “Una mujer que estudia es una familia entera que se beneficia de esa educación. Porque compartimos con nuestros hermanos y padres lo que vamos aprendiendo”, asegura.
Así lo vieron las 12 amigas que montaron la asociación, que provocó un fuerte impacto mediático y social. “Éramos estudiantes de Economía, Derecho, Filología Inglesa, Psicología, Magisterio... de todo. Y todavía seguimos juntas todas en la asociación, aunque ya somos más de 500 miembros entre gitanos, payos, hombres y mujeres. Hay mucha gente volcada en dar visibilidad positiva a una población marcada por los estereotipos y la represión histórica”, declara.
No se enfrentan a una tarea fácil. Como ejemplo, la cuarta acepción de la Real Academia Española define gitano como “persona que estafa u obra con engaño”. “Estamos hartos de reclamar un cambio, pero nos duele más el rechazo social, la marginación o la dificultad del gitano para encontrar un empleo”, explica Carrillo, quien cree que en los últimos ocho años se han dado pasos hacia atrás en el proyecto de reconocimiento de la cultura gitana. “Se nos pide integración, y por supuesto que tenemos que trabajar en ello. Pero el esfuerzo debería ser bidireccional. Nuestra cultura está enmudecida, no existe en los libros de texto, no está presente en el ámbito público más allá del flamenco. De nosotros se extrapola lo peor. Si aparecemos en algo, siempre se nos presenta como un problema”, destaca Carrillo con el gesto indignado.
Y enumera sin dilación lo que le gustaría que la sociedad supiera de los gitanos: Hemos sido perseguidos desde 1499 por los monarcas, hemos sufrido genocidios, nos condenaron en el holocausto nazi y, durante la dictadura española, fuimos desplazados a las periferias de las ciudades y se prohibió nuestra lengua. Eso ha provocado que se haya construido a un pueblo visto como un problema y en consecuencia que nos encerremos en nosotros mismos”, relata.
Se enfrenta también a una población con un alto índice de absentismo escolar. “Es una lucha que tenemos y en la que trabajamos sobre el terreno. Aunque a veces es difícil convencer a unos padres de que la escuela es buena para su hijo porque no siempre coincide con los valores de familia, comunidad y cohesión que tienen los gitanos. No ven la formación como una expectativa de futuro porque sienten que el sistema les rechaza. Eso es lo paradójico”, considera Carrillo.
“Por eso, con nuestra presencia intentamos decirles que estudiar nos arma de mecanismos para luchar contra la discriminación, que tenemos la posibilidad de crecer personalmente y en familia”, repite en su discurso. Y se muestra optimista en cuanto a la respuesta de los padres cuando se enfrentan ante una joven que decide estudiar una carrera. “En ocasiones nos encontramos con reticencias, pero en general les apoyan”, valora Carrillo y ofrece datos que lo ilustran: el 80% de los gitanos que estudian en la universidad son mujeres. “Hay gitanas fiscales. Chaplin era gitano, el jugador de fútbol Ibrahimovic es gitano”, ejemplifica. “Solo nos falta llegar a la política en España”, dice mirando hacia el cielo. “Es importantísimo”, añade.
La autora de este texto es Ángel Lucas. Leer artículo completo y ver hilo de debate en elpais.com.
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