Demasiada radiación para viajar a Marte
La dosis recibida en un viaje de ida y vuelta al planeta rojo rondaría los 0,66 sievert
Durante la mayor parte de los 253 días que duró el viaje a Marte del rover Curiosity, que salió de la Tierra en noviembre de 2011, su medidor RAD –Radiation Assessment Detector– fue registrando la radiación dentro de la nave.
Ahora se publican en Science los datos, que ofrecen una idea a los científicos del peligro que puede suponer esta radiación ionizante para las misiones con humanos que se están preparando al planeta rojo.
Los resultados han servido para deducir que la dosis equivalente que recibiría un astronauta solo durante el viaje de ida y vuelta, sin contar la estancia y con los blindajes antirradiación y sistemas de propulsión actuales, sería de unos 0,66 sievert (Sv). El tiempo en la superficie marciana podría aumentar considerablemente esta cifra.
La dosis equivalente mide el efecto de las radiaciones sobre los tejidos biológicos, y la exposición prolongada a dosis de 1 Sv se asocia con un aumento del 5% en el riesgo de padecer un cáncer mortal, según diversos estudios. De hecho las agencias espaciales proponen que las tripulaciones no superen ese valor.
Por comparar, la Comisión Internacional de Protección Radiológica (ICRP) y la Agencia Internacional de Energía Atómica (IAEA) recomiendan no superar una dosis de 0,1 Sv al año en las instalaciones terrestres. Los tripulantes de la Estación Espacial Internacional, por ejemplo, también lo cumplen.
“Dejamos a otros la valoración sobre qué niveles de riesgo son aceptables en las misiones tripuladas”, comenta a SINC el autor principal del estudio, Cary Zeitlin, del Southwest Research Institute (EEUU), que subraya: “El trabajo de nuestro equipo es tomar las mejores medidas posibles para que las personas que tengan que tomar las decisiones dispongan de una información muy precisa”.
Lo que sí destaca el científico son las dos formas de radiación que supondrán un riesgo para la salud en los largos viajes espaciales: la dosis baja pero constante de rayos cósmicos galácticos (GCR) y la posible exposición súbita a las partículas energéticas solares (SEP) procedentes de una llamarada del Sol.
“Un evento SEP podría causar grandes problemas en una misión a Marte, pero estadísticamente es algo poco probable, además de que las naves espaciales para estos viajes contarían con un ‘refugio frente a la tormenta’, un pequeño habitáculo bien blindado donde la gente pudiera cobijarse”, señala Zeitlin.
“Por otra parte, el daño biológico de la exposición a los iones pesados de los GCR todavía no se conoce bien, por lo que es difícil protegerse de este tipo de partículas –añade–. Por tanto, yo diría que estos rayos cósmicos galácticos suponen el problema más grande”.
Respecto a las formas de protegerse frente a la radiación, el investigador recuerda los tres métodos que se aplican en la Tierra: “A las personas que trabajan en instalaciones terrestres con fuentes de radiación se les enseña que hay tres puntos clave: maximizar la distancia a la fuente, poner un blindaje protector entre medias y reducir al mínimo el tiempo de exposición”. Leer artículo completo en agenciasinc.es.
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