En solo tres campañas de exploración los investigadores han hallado 46 ejemplares, entre ellos uno con dos embriones de quince centímetros y con restos estomacales que “lo colocan en una categoría de conservación privilegiada y casi única”, recalcó Salazar. Todo comenzó con una joven estudiante de pregrado, Judith Pardo, que fue invitada por unos glaciólogos a investigar la zona del Parque Nacional Torres del Paine y descubrió los restos.
“En un congreso posterior en la Universidad de Concepción, ella expuso sus primeros datos ante el profesor y doctor Wolfgang Stinnesbeck, quien la invitó a hacer su doctorado en Alemania”, recordó el paleontólogo quien se unió al proyecto mientras estaba haciendo su doctorado en la Universidad de Heidelberg (Alemania). Según Salazar, que organizó la primera campaña para evaluar el potencial de esta investigación, “estos organismos tienen la cabeza quebrada y se encuentran completamente articulados, o sea que cuando fueron transportados sus carnes contenían sus huesos unidos, si hubieran muerto mas arriba habríamos encontrado su cuerpos dispersados”.
Sobre los ictiosaurios Los ictiosaurios medían cinco metros de largo y vivieron entre el periodo Triásico y el Cretácico y al menos 46 de ellos quedaron sepultados por las rocas del glaciar Tyndall, de acuerdo con los resultados de los tres investigadores que fueron en la primera campaña.
“Las rocas en las que están contenidos los ictiosaurios son series turbiditicas, depósitos de verdaderos aluviones o derrumbes submarinos que ocurren esporádicamente producto de la inestabilidad de la topografía”, explicó el investigador.
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