Dieciséis ciclistas han muerto en los dos últimos años por atropellos
Las entradas a la ciudad y las grandes avenidas se convierten en puntos negros para bicis y los usuarios piden cambios en las normas viales
La muerte de Rebeca Borrás, la joven ciclista arrollada hace una semana por un conductor ebrio en Valencia, se ha convertido en el más rotundo «basta ya» de los aficionados a las dos ruedas. El accidente de esta universitaria de 20 años eleva a 16 el número de víctimas mortales en los dos últimos años en la ciudad de Valencia y en las carreteras de la Comunitat Valenciana, según cifras de Tráfico y de la Policía Local de Valencia.
El martes, dos días después de la trágica muerte de Rebeca, otro ciclista fue arrollado y arrastrado varios metros en la avenida Cardenal Benlloch. Acabó debajo de un coche y fue hospitalizado con varias lesiones. En septiembre del año pasado, Víctor Calero, promesa del ciclistmo valenciano, falleció a los 23 años al ser atropellado por un coche cuando descendía por un puerto de montaña, entre Onda y Segorbe. Es un lento pero constante goteo de víctimas que ha hecho saltar las alarmas entre los aficionados.
A la hora de valorar las zonas con más riesgo, Fernando Mafe, portavoz de Valencia en Bici, no alberga dudas: «Cada intersección de carriles-bici con calzadas puede considerarse un punto negro. Ahí es donde se producen los muertos y los heridos», describe. Especialmente delicadas son «las entradas y salidas a la ciudad y las zonas de grandes avenidas como Ausiàs March, avenida del Cid, avenida de Cataluña, Primado Reig, Cardenal Benlloch y los alrededores de las universidades», ennumeran desde la agrupación de aficionados.
La realidad es que cada vez son más los que optan por el manillar y las dos ruedas en Valencia. Valenbisi ha crecido y ya son más de 100.000 los usuarios de este servicio, pero también los que emplean su bici particular para desplazarse. Más sano, a veces más rápido al evitar atascos y, ante todo, más barato. Una manera de ahorrar en combustible en tiempos difíciles.
Sólo en la Federación de Cicloturismo de la Comunitat Valenciana (FCCV) hay 8.500 aficionados inscritos, aunque según estimaciones de la agrupación deportiva son alrededor de 30.000 los que salen a la carretera con sus bicis, especialmente los fines de semana.
Reducir la velocidad
Valencia en Bici considera que ya ha llegado la hora de que las autoridades se planteen una demanda común en el seno del biciclismo europeo: reducir a 30 kilómetros por hora, la velocidad máxima permitida para vehículos de motor en los barrios más céntricos, en las calles que no se corresponden con las grandes rondas o avenidas.
«Existen estudios que demuestran que en Valencia somos ya más los que vamos en bici, a pie o con transporte público y no es de cajón que la ciudad siga pensada para dar prioridad a los coches», denuncia Mafe. Por su experiencia como usuario de la bicicleta, «lo de ir a 50 por hora en Valencia es algo casi anecdótico. Nadie respeta el límite de velocidad y son los acelerones de los conductores en los semáforos lo que nos está matando».
Amadeo Olmos es el presidente de la FCCV. Para él, la diferencia entre la vida y la muerte radica en «levantar el pie del acelerador a tiempo, especialmente en las curvas de aquellas carreteras convencionales entre pueblos frecuentadas por ciclistas». Olmos reconoce que, a veces, «los ciclistas no hacemos las cosas bien y sobrepasamos el arcén, pero los conductores deben tener la consideración con el más débil».
Según su experiencia los puntos negros para los ciclistas en la provincia de Valencia están en las carreteras que enlazan Valencia, El Saler y Cullera, la que va de Náquera a Serra y la que une Bétera y Gátova o la de Torrent-Monserrat, entre otras muchas.
«Si en algunos momentos invadimos la calzada y el conductor quiere que un ciclista se aparte, basta con que toque el cláxon y avise», suplica Olmos. «Hay ocasiones en los que enfurecen por ralentizar la marcha y te pasan rozando. Sólo esa maniobra, especialmente cuando se trata de camiones, puede estabilizar al ciclista y provocar caídas», advierte el presidente de la FCCV.
Para accidentes como el que costó la vida a Rebeca Borrás, Olmos propone «medidas legales más estrictas y contundentes, además de prohibir de por vida la conducción» a delincuentes viales que actúan con «manifiesto desprecio a la vida», como resume la juez instructora del atropello.
El autor de este artículo es Juan Antonio Marrahí. Leerlo completo en Las Provincias
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