Hoy se cumplen diez meses desde que desaparecieron los hermanos onubenses Ruth y José. Aquel fatídico 8 de octubre de 2011 fue el último día que se les vio con vida. El padre de los niños, José Bretón, en prisión desde el 21 de octubre, sostiene que los perdió de vista mientras estaban jugando en el parque Cruz Conde de Córdoba, pero ni hubo testigos que los hubiesen visto ni las cámaras de la zona pudieron captar ninguna imagen de los pequeños.
La investigación se ha centrado desde un principio en el entorno de la parcela que los abuelos paternos tienen en Las Quemadillas, en la capital cordobesa, donde Bretón estuvo con los pequeños momentos antes de acudir al parque, si bien, tras numerosos rastreos, tanto en la zona como en el interior de la finca, no se han hallado pistas que desvelen dónde se encuentran Ruth y José.
Días después de la desaparición de los niños, ante las dudas policiales y judiciales sobre la versión del padre, Bretón fue detenido e ingresó en prisión por un delito de detención ilegal. Desde entonces, los esfuerzos de la Policía Nacional y del juez instructor del caso, José Luis Rodríguez Lainz, de encontrar pistas que lleven a conocer qué sucedió esa tarde no han dado sus frutos.
A lo largo de estos meses, el juez ha interrogado a Bretón en dos ocasiones y se han llevado a cabo rigurosos registros con ayuda de técnicos y equipos especializados en la finca de Las Quemadillas, así como de fincas y parcelas de los alrededores, graveras e incluso en el río Guadalquivir. Pese al fracaso de las investigaciones en la parcela y las numerosas peticiones del abogado de Bretón de dejarlo en libertad, el magistrado se ha mostrado firme en su decisión de mantenerlo encarcelado.
Los registros en Las Quemadillas y su entorno inciden en la línea ya marcada en el auto de procesamiento de Bretón, según el cual éste llegó a las 13,46 horas del 8 de octubre a la finca acompañado por sus dos hijos y no salió hasta las 17,30 horas. Durante ese espacio de tiempo, en opinión del juez, Bretón aprovechó para realizar el macabro plan que supuestamente ideó desde hacía casi un mes, después de que su mujer decidiera finalizar la relación matrimonial. Y es que Bretón, un hombre frío, manipulador y maniático, no soportaba el hecho de que su mujer pudiera dejarlo para empezar una nueva vida.
Por una parte, el juez relata que "si lo que pretendía el encartado era causar el mayor mal posible a su esposa en despecho por la que consideraba humillante ruptura de la relación matrimonial, es evidente que la solución que menos problemas podría acarrearle era la de matar a sus dos hijos y hacerlos desaparecer; contando como contaba de un amplio margen de tiempo para organizar un pequeño habitáculo para dar cabida a lo que no eran sino dos pequeños bultos con un peso no muy superior a los 30 kilos en total". Astrid Meseguer.
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