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Dormir la siesta no es bueno: triplica el riesgo de morir prematuramente
Debido a complicaciones respiratorias
Los beneficios para la salud del descanso después de comer han sido enumerados por los científicos en multitud de ocasiones. La siesta es una costumbre española de la que se presume, tanto por ser saludable como necesaria para incrementar el rendimiento. Sin embargo, un equipo de científicos británicos ha llegado justo a la conclusión contraria: aumenta el riesgo de muerte prematura. Según los resultados de este estudio longitudinal publicado en el American Journal of Epidemiology, dormir regularmente media hora de siesta aumenta el riesgo de muerte en un 14%, mientras que si se superan los 60 minutos este riesgo se eleva hasta el 32%.
Para llevar a cabo esta investigación, los autores analizaron a cerca de 16.400 personas que dormían la siesta con frecuencia, a lo largo de ocho años. La causa de muerte más habitual de las personas que fallecieron prematuramente durante el tiempo de estudio se relacionó con las enfermedades respiratorias, independientemente de que fumasen o no.
La principal hipótesis que manejan los autores es que dormir la siesta causa una inflamación que, a su vez, eleva el riesgo de muerte entre dos y tres veces en comparación con las personas que duermen una media de ocho horas sólo durante la noche.
Los resultados, contradictorios con los numerosos beneficios que hasta ahora se habían destacado de la siesta, todavía deben seguir analizándose pues, en realidad, la causa-efecto podría ser inversa. Es decir, que sea la inflamación la culpable de que uno se vea en la necesidad de dormir durante el día. Además, el vínculo podría depender de factores culturales, medioambientales y demográficos, e incluso tener un carácter meramente nacional.
Creatividad, productividad y retención de ideas
De lo que no se tiene duda, según las conclusiones remarcadas por los investigadores, es que dicho vínculo no depende del sexo, de la edad, de la clase social, ni del nivel de educación, el estado civil, la situación laboral, el índice de masa corporal, el nivel de actividad física, la depresión o la presencia de algunas enfermedades y salud en general. Tampoco depende del consumo de tabaco y alcohol ni del uso de fármacos somníferos u otros medicamentos.
A pesar de esta voz de alarma lanzada por este equipo de investigadores de la universidad de Cambridge, la ciencia también ha resaltado las bondades de la siesta de corta duración en nuestro devenir cotidiano. Otros estudio previos habían coincido en resaltar que la siesta puede ayudarnos a retener información que de lo contrario quedaría en el limbo de nuestro cerebro.
Como han demostrado los neurólogos en investigaciones anteriores, nuestras memorias más recientes se almacenan en el hipocampo, donde no permanecen mucho tiempo. Sólo almacenamos aquellas que consideramos importantes cuando las reactivamos y pasan al neocórtex, que vendría a ser el disco duro de nuestro cerebro.
Para otro equipo de neurólogos de la Universidad de Georgetown las siestas hacen que aumente la creatividad, o al menos crece la actividad de la zona del cerebro que se asocia a ésta mientras estamos tomándolas: el hemisferio derecho, para la mayor parte de la gente. El autor de este texto es Iván Gil. Leer noticia completa y ver hilo de debate en elconfidencial.com.
El Sis Doble no corregeix els escrits que rep. La reproducció d'aquest text és literal; fidel a les paraules, redacció , ortografia i sentit de l'autor/s
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