El apocalipsis del TTIP
Unión comercial entre Estados Unidos y Europa. Eso así, dicho a priori, podía ser bonito, ¿verdad?
¿Alguien en la sala ha oído hablar del TTIP? Yo, la verdad es que no, pensaba que se refería al memorable Sánchez Polack (Tip, el de Tip y Coll), hasta que el otro día en casa del peluquero del barrio había alguien comentándolo con cara desencajada. Abrí las orejas como antenas parabólicas y acabé con el miedo en el cuerpo, por entrometido. He intentado informarme algo al respecto y ¿qué quereis que os diga? Visto como acaban degenerando las cosas en estos últimos milenios, de llegar a materializarse, vamos apañados. Es verdad que desde que acabó la I Guerra Mundial pulula la idea de una unión comercial entre Estados Unidos y Europa. Eso así, dicho a priori, podía ser bonito, ¿verdad? Pues imagina si va y lo vemos hacerse realidad a finales de 2015. Hablamos del Acuerdo de Libre Comercio Trasanlántico. (TTIP para los amigos).
Actualmente casi la mitad del volumen de negocio mundial es entre EEUU y la UE así es que imaginemos por un momento que algo (o alguien en el peor de los casos) pudiese dirigirlo. Sería como tener el Anillo Único de Tolkien, controlaría todo. Pues bién, puede que a finales de año salga a la luz el texto de un tratado que se negocia en el mayor de los secretos, seguramente para que no pongamos el grito en el cielo o nos dé un “paralís” al ver que podrían dar la vuelta a este mundo como a un calcetín.
Parece ser que en 2011 empezaron las negociaciones secretas pero hasta febrero de 2013 no se nos dijo que con el tratado se eliminarían barreras, fortalecería el libre comercio, se crearían miles de empleos… Todo cosas bonitas, por supuesto. Pero la realidad puede ser muy distinta. En la Universidad de Massachusetts dicen que el acuerdo destruirá miles de puestos de trabajo y que podría arruinar los ingresos de los Estados, entre otros oscuros augurios. Pero lo verdaderamente grave es que la ya maltrecha soberanía de los estados se va a resentir enormemente, más todavía teniendo en cuenta que el TTIP establece que las multinacionales podrán denunciar a los estados cuando una ley les perjudique ante órganos que se crearían al efecto. Esto puede ser la hecatombe. Se abrirían las puertas a las privatizaciones a granel porque las grandes corporaciones, como buenas máquinas de hacer dinero, querrían quedarse con todo.
En el parlamento británico ya dicen que esto supondría la desaparición de la asistencia médica, en España algunas asociaciones han advertido que el texto es un grave golpe a la sanidad pública ya que las transnacionales y las grandes compañias de salud podrían impugnar las normativas de los estados. Y así creo que podría aplicarse a todo, andamos listos. Mientras tanto desde las instituciones españolas sólo se escucha el viento entre los sauces.
Otra cosa inquietante es que teniendo en cuenta que, al parecer, el TTIP dice que se aplicará la ley más permisiva entre las de los miembros, en caso de tener que elegir, y visto que la diferencia entre las normativas a aplicar entre UE y USA es abismal podemos encontranos con cosméticos (por decir algo) en las estanterías del súper que antes deberían estar almacenadas en las sección “venenos y Lucrecias Borgias varias”. La OCU, por si acaso, ya ha pedido que en el etiquetaje de un producto, de los miles que aparecerán como setas después de un día de lluvia, se advierta de ello.
Pero uno de los mayores golpes que temo puede ser el que a USA no le haga gracia eso de los derechos del trabajador “a la europea”. Con ello se provocaría una nueva reforma en las leyes de trabajo en toda Europa así es que vamos listos si pensamos que no van a intentar ponernos una anilla en la nariz.
Al final el TTIP podría ser una especie de Constitución superior a los estados que nos pondría en manos de multinacionales. Parece de película futurista pero ya no se que pensar. Me asusta porque apenas se habla del asunto y podría llegar a ser realidad, ¿me habré vuelto neurótico? Puede. Entonces será el momento de decir si aceptamos y si nuestra libertad tiene un precio. Estemos preparados y despiertos para ello porque, aunque parezca increíble, en el siglo XXI igual nos toca luchar por nuestros derechos más básicos y por nuestra dignidad como personas.
* Salva Colecha es autor del blog "En zapatillas de andar por casa".
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