A veces, cuando se excava en el suelo para construir un edificio se encuentra por casualidad un fósil que puede ampliar los horizontes de lo que se daba por sabido. Así ocurrió en 1983, cuando los obreros que construían el aeropuerto De Charleston, Carolina del Sur (Estados Unidos), se encontraron con un cráneo y varios huesos del ala de un ave que vivió hace 25 millones de años. El problema fue que aquellos huesos indicaban que la envergadura de aquella criatura debía estar entre los seis y los siete metros, es decir, cerca del doble del ave actual con mayor distancia entre las puntas de las alas, el albatros. Los científicos se plantearon entonces cómo era posible que un ave tan grande pudiera alzar el vuelo. La respuesta ha llegado 31 años después, cuando el paleontólogo Dan Ksepka, del Museo Bruce de Greenwich, ha publicado en «Proceedings of the National Academy of Sciences» un modelo que podría explicar cómo volaba la que podría ser la mayor ave de todos los tiempos: aquella criatura corría colina abajo y con el viento en contra y luego planeaba aprovechando las corrientes ascendentes.
«No es como con un pájaro moderno, que puedes colocar en un túnel de viento, o sentarte en la playa para verlo con los prismáticos», ha explicado Ksepka. Pero después de estudiar las proporciones de los huesos encontrados, los modelos informáticos han permitido estimar el peso y la talla del animal. Por ello asegura que: «estoy muy seguro de que esta envergadura es la mayor que hemos visto en un ave capaz de volar».
Leer noticia completa en abc.es