Como yo creo que lo que mayor altura proporciona son las conquistas morales, considero que el club de fútbol más grande de la historia no lo será por la importancia de las copas que llenen sus vitrinas, sino por otros logros.
El club más grande sería ese que, cuando el equipo rival debe jugar momentáneamente con un integrante menos porque este debe ser atendido debido a que ha sufrido una entrada, decide también jugar con un miembro menos el tiempo que su rival lo haga. Lo contrario es aprovechar la propia infracción para sacar ventaja.
El club más grande sería aquel que sancionase (o, en caso de reincidencia, incluso despidiese) a los integrantes de su plantilla que sean culpables de menosprecios graves a rivales, árbitros, etc., comportamientos entre los cuales incluyo las protestas barriobajeras o los fingimientos para engañar al árbitro (cosas que no me imagino en un deporte ejemplar como el rugby, por ejemplo). Por cierto, a ver si los organismos competentes en esta materia se animan a sancionar con suma dureza este tipo de conductas; no estaría nada mal.
El club más grande sería el que supiera no echar pestes sobre los árbitros cuando las decisiones de estos lo perjudican para luego callar cuando lo benefician. Eso deja en mal lugar a quien lo hace. En vez de ello, estaría muy bien, como he señalado en otras reflexiones, que todos trataran de ayudar al árbitro a tomar las decisiones más justas, beneficien a quien beneficien. Los partidos se ganan o se pierden, y no son más que eso, partidos; pero los gestos de grandeza son gotas de vida para nuestros espíritus, y eso es lo que buscamos y necesitamos los seres humanos.
El club más grande debe tener como preocupación prioritaria que el comportamiento de sus aficionados sea correcto, sin insultos de ningún tipo, igual que debe ser el de todas las personas que forman parte del club. Porque para ser grande la educación es indispensable.
Para ser el club más grande hace falta dejar una huella imborrable; y no hablo de trofeos (que, si llegan y se han ganado con honor, mejor que mejor), sino de la certeza de haber servido para mejorar el mundo.
Ángel Andrés Jiménez Bonillo
Exárbitro y colaborador de Clan de Fútbol