Si soltáramos cualquier pez del Mediterráneo en las aguas de la Antártida moriría a los pocos segundos con su sangre congelada. Sin embargo, y a pesar de que las temperaturas alcanzan los -2 °C, en este lugar vive un abundante grupo de peces, conocidos como “blénidos antárticos” o Notothenioidei, sin que su sangre pase a estado sólido. ¿Cómo lo hacen?
Estos "peces de hielo" sobreviven gracias a la presencia de glicoproteínas en sangre (AFPs), que actúan como anticongelantes e impiden la formación de hielo. Paradójicamente, la acumulación de estas proteínas también resultaría letal para el pez, lo que también ocasionaría su muerte. Además, estas moléculas no impiden completamente la aparición de hielo, sino que cambian las condiciones del fluido y la temperatura a la que esos cristales se seguirían expandiendo, como si fueran una especie de freno. La duda que les quedaba a los científicos era: ¿cómo se deshacen los peces de las pequeñas cantidades de hielo que se forman en su sangre durante los periodos más fríos?
El equipo de Paul A. Cziko ha pasado años estudiando este mecanismo y se ha llevado una interesante sorpresa. Los científicos han capturado y tomado muestras de decenas de peces durante varias temporadas en el Estrecho de McMurdo (basta hacer un agujero en el hielo y poner cualquier cosa de cebo, aseguran, porque estos peces atacan a todo lo que se mueve). También han registrado las temperaturas de la zona en la última década y han realizado una serie de pruebas, tanto in vitro como en los propios animales, para ver qué ocurría con estos pequeños cristales en sangre durante los periodos menos fríos, cuando el aumento de la temperatura debería ayudar a reabsorberlos.
Lo curioso del asunto, y el meollo del trabajo que publican esta semana en la revista PNAS, es que las proteínas que sirven de anticongelante también tienen la propiedad de impedir que estos pequeños cristales de hielo se disuelvan durante el verano. Estos cristales siguen en la sangre del pez, por lo tanto, a pesar de que las temperaturas de esta zona del océano llegan a estar a 1 °C por encima del punto de fusión durante 24 horas seguidas. En la década entre 1999 y 2012, aseguran, el agua del mar ha sobrepasado este límite en la mayoría de los veranos, a pesar de lo cual las pequeñas cantidades de hielo no desaparecen de la sangre de los peces.
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