Por la semana en la que nos encontramos creo que esta entrada es apropiada, no tanto vista desde un punto de vista religioso como curioso.
En la iglesia del Salvador, en Teruel, se venera un Cristo que se le llama el Cristo de las Tres Manos. La razón es porque tiene una tercera mano en el lado izquierdo. No he podido averiguar el origen de esta figura, ni su autor ni la época en la que se modeló aunque, por algunas características, podría tratarse de una transición entre el románico y el gótico, pudiera ser del siglo XII.
Respecto a su llegada a Teruel cuenta la leyenda que apareció flotando por las aguas del río Guadalaviar, que llegaba desbordado debido al deshielo de la nieve. La imagen se paró frente a las murallas de la ciudad y al rescatarlo los lugareños y llevarlo a la iglesia en la que se encuentra actualmente sucedió un milagro y las aguas descendieron.
En cuanto a su tercera mano hay un par de versiones. Una, la más conocida y extendida, dice que el Cristo pertenecía a un conjunto escultórico que se ha perdido, probablemente era un descendimiento, porque no lleva una corona de espinas, sino de gloria; la tercera mano sería de alguna figura de ese supuesto conjunto. La segunda versión apunta a que se trata de la mano de un ladrón que trató de robar el Cristo y se le quedó pegada.
Hay un hecho curioso y es que un obispo, aludiendo la falta de belleza del Cristo, quiso destruirlo, cosa que evidentemente no ocurrió.
Sea lo que sea y mezclando realidad con leyenda, se trata del Cristo más venerado de Teruel y prueba de la devoción que le profesan es la Hermandad del Cristo de las Tres Manos, que se constituyó en 1639 y todavía hoy sigue vigente.
La iglesia en la que se encuentra, al lado de la torre del Salvador, no es destacable desde el punto de vista arquitectónico y tampoco está abierta para visitas turísticas, por lo que la imagen solamente se puede ver en horas de culto y al final de cada oficio el párroco siempre deja unos minutos para mirar el Cristo y sacar alguna fotografía sin problemas.
Este Cristo, tan desconocido como enigmático, es uno más de los motivos por los que merece la pena visitar Teruel. Estos días veremos por televisión imágenes de procesiones en las mismas ciudades de siempre (cada cual ya sabe cuáles son), pero seguro que no vemos nada de Teruel. Pues sí, aunque parezca mentira Teruel existe… pero hay que descubrirlo.
Marino Baler