El otro día me encontré por la tele, en ni me acuerdo que cadena de esas raras, a un iluminado que decía algo como que el que está parado es porque quiere. Estaba haciendo zapeo y se me paralizó el dedo al oír semejante afirmación. Confieso que me paré a escucharlo, más que nada para averiguar a santo de qué ese señor no había sido ya aclamado como mesías del año. Al rato me dí cuenta de que el orate no vivía en este mundo porque no parecía tener asumido algo que todos tenemos ya en el ADN. Nos timan con nuestros impuestos. Se le llenaba la boca contando una mentira que haría crecer la nariz a Pinocho varios kilómetros. Decía que pagamos impuestos a cambio de recibir servicios de calidad (a este hombre no le han dicho que, inexplicablemente, cada vez pagamos más y recibimos menos). Aunque la verdad es que cada vez vivimos más y más ejemplos de casos en los que son verdaderos sinvergüenzas los que se llevan crudos los dineros que nos ha arrancado el fisco con tenazas al rojo vivo mientras nos quedamos sin servicios públicos, eso sí, sin que pase nada.
"Al Estado parece que sólo le interesa que te autoemplees para sacarte el jugo como a un limón"
El señor este (no consigo acordarme de su nombre, supongo que eso tendrá que ver con aquello de la memoria selectiva que diría mi psicóloga de guardia) anunciaba con una gran sonrisa aquello de la posibilidad de autoemplearse para encontrar trabajo, especialmente para los mayores de 40 años, aquellos que ya empiezan a ver difícil eso de trabajar de nuevo. No decía nada de que al Estado parece que sólo le interesa que te autoemplees para sacarte el jugo como a un limón y que antes de siquiera levantar la persiana del kiosko que has montado con todas tus ilusiones y el esfuerzo tuyo y de toda tu familia (que te ha prestado el dinero) te habrá metido la mano en el bolsillo y te habrá convertido en un esclavo de tu propio negocio. Lo que no decían por la tele es que cada día mueren en España unas 200 empresas y además muchas no llegan a dos años. Eso lleva a pensar que la posibilidad de fracasar es gigantesca. Desde hace años nuestros gobiernos, totalmente incapaces de generar empleo digno y decente, nos dicen “ Abre un negocio, crea tu propio puesto de trabajo”. Pero en cambio la administración, muy lejos de ayudar, sólo responde con una voracidad propia de lobos que llevan sin comer dos glaciaciones. Antes de ganar un Euro la administración, esa que se porta tan bien con los bancos, eléctricas y otros peces gordos, ya te habrá sableado a base de impuestos. Licencias apertura, altas… todo esto hace que la ruina llegue antes incluso de abrir. En cambio el emprendedor (sufrido héroe anónimo en la mayoría de los casos) recibe muy poco, ni siquiera desempleo o seguridad social al tener que pertenecer a esa raza aparte que no cae nunca enferma ni tiene vacaciones, los autónomos. ¿No sería interesante admitir que este siempre ha sido un país de empresas pequeñas y aceptar que ahí está una posible solución al empleo? Aquí nunca hemos sabido nada de grandes corporaciones montadas con la idea del saqueo y destrucción del país como si de una colonia se tratase. En España, más bien hemos crecido con la empresa familiar que ocupa a unas pocas personas, con un empleo digno y de calidad porque jefe y empleados están en el mismo barco y salen a almorzar juntos. En cambio nos hemos decantado por la relación impersonal donde el asalariado no cuenta para nada y sólo es un gasto a minimizar para que la empresa (una multinacional fría e impersonal) se lleve los beneficios a cualquier paraíso fiscal. Igual aquello de asegurarse el futuro con puertas giratorias y consejos de administración por parte de nuestros políticos tiene algo que ver. Igual la idea de intentar acabar con el paro de forma decente pesa menos que tener un sillón mullido y calentito para cuando dejen el gobierno. Sólo me queda una duda, ¿La oferta del señor de la tele era verdadera o una forma de intentar sacarnos el poco jugo que nos queda con una nueva falsa burbuja, la del autoempleo?
Salva Colecha
* Salva Colecha es colaborador de El Seis Doble. Su espacio, aquí.
* Salva Colecha es autor del blog "En zapatillas de andar por casa".