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 12/02/2013

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El hijo del infierno

Los futuros defensores de Mourinho mantendrán que fue víctima de una conspiración mediática


La noticia de la semana en Inglaterra, aparte de la dimisión parlamentaria de un exministro por no haber pagado una multa de tráfico, fue el descubrimiento del esqueleto del rey Ricardo III, muerto en batalla en 1485, debajo de un párking en la ciudad de Leicester. Pocos monarcas ingleses han despertado, a lo largo de los siglos, tanto interés. En primer lugar porque ninguno, nunca, ha tenido más fama de malvado. Pero también, como entienden los que reflexionan un poco sobre la historia, porque si hubiese ganado la famosa Batalla de Bosworth, si hubiese sobrevivido y sus herederos se hubieran instalado en el trono, es perfectamente posible que Inglaterra seguiría hoy siendo un país católico, en vez de protestante.
El vencedor de la batalla fue Enrique Tudor, que se coronó rey y cuyo hijo, Enrique VIII, obligó a su país a convertirse al protestantismo porque el Vaticano no le permitió divorciarse de su primera esposa, la española Catalina de Aragón, y casarse con la sexy y provocadora Ana Bolena.
El descubrimiento de los huesos reales ha generado asombro pero también polémica, desenterrando, o sacando del anonimato, a la Richard III Society (Sociedad Ricardo III), fundada en 1924 con el propósito de rehabilitar la imagen del antiguo rey. Inspirada por el ejemplo de esta noble asociación, Gail Collins, columnista del New York Times, propuso esta semana que quizá algo similar ocurra de aquí a 500 años en caso de que se encontraran los restos de Mitt Romney debajo de un párking, o sitio similar, en algún lugar de los Estados Unidos. Saldrán los defensores de ‘Mitt I’, sugirió Collins, a argumentar que lejos de ser recordado injustamente como un desastre de candidato presidencial, Romney merece ser reconocido por sus múltiples, aunque en su época poco visibles, virtudes.
Imaginemos un porvenir similar para José Mourinho, actual entrenador del Real Madrid. Imaginemos que de aquí a 100 años un mourinhista ferviente roba los huesos del cementerio donde le han enterrado, desaparecen, y son encontrados 400 años después por un equipo de arqueólogos excavando debajo del coliseo en ruinas conocido en su día como el Estadio Bernabéu.
La historia, lamentablemente, habría vilificado a Mourinho. Igual que Ricardo III, sería recordado como un narcisista resentido, sediento de poder y gloria, un personaje tiránico guiado por el principio de que el fin justifica los medios. Pero, como Ricardo, tendría sus defensores. Surgiría una Sociedad Mourinho que diría que fue un incomprendido, que, como mantiene la Sociedad Ricardo III de su rey, the Special One en realidad fue un hombre luchador, valiente, justo y trabajador.
El autor de este texto es John Carlin. Leer artículo completo y ver hilo de debate en elpais.com.
 
El Sis Doble no corregeix els escrits que rep. La reproducció d'aquest text és literal; fidel a les paraules, redacció , ortografia i sentit de l'autor/s
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