El maíz que evita la migración
Muchas mujeres de su comunidad son ahora propietarias junto a sus maridos, y tienen derecho a una parte de los beneficios y pueden decidir a qué las destinan
María Tránsito es campesina y miembro de la organización Madre Tierra, que lucha para que las mujeres tengan derecho de propiedad y control sobre la tierra que trabajan. Así aseguran una fuente de ingresos que garantiza que no tengan que emigrar, en caso que sus maridos las abandonen.
"Tengo 50 años y soy campesina de la comunidad La Lupita, al norte de Guatemala. Durante mucho tiempo viví en México como refugiada. Cuando pude regresar a mi país, las tierras que habíamos trabajado se habían usado para cultivar algodón y habían usado pesticidas que las dañaron mucho. Estamos trabajando para recuperar la tierra, porque antes había bosques, animales, pero ahora con los productos químicos la tierra no produce suficiente. Estamos usando técnicas para que la tierra sea más fértil y ya estamos plantando maíz y otros productos. Yo soy copropietaria de esta tierra con mi marido. Era una de las primeras cosas por las que empezamos a luchar desde nuestra asociación. Aquí muchas mujeres han sido abandonadas por sus maridos. Y la mujer, ¿adónde va con sus hijos? No tiene dónde agarrarse. Ésa fue la lucha: que las mujeres seamos tomadas en cuenta como copropietarias. Ahora yo tengo el derecho de decir: mira, yo voy a sembrar la plantación, tengo derecho de decirlo porque también es mío. Mis abuelos me decían: tienes que obedecer a tu marido, a tu papá… todo era obedecer. Ahora en mi comunidad ya no hay tantas mujeres tímidas".
Como María Tránsito, muchas mujeres de su comunidad son ahora propietarias junto a sus maridos, y de esta manera tienen derecho a una parte de los beneficios y pueden decidir a qué las destinan. Las mujeres, además de hacer las tareas de casa y cuidar de sus hijos, apoyan en las tareas del campo y se ocupan de los animales de corral. Un trabajo que no es reconocido ni remunerado. Cuando no tienen la tierra a su nombre, las mujeres no pueden acceder a créditos para comprar herramientas o ni hacer mejoras para conseguir mayores ingresos. Es un círculo vicioso que las hace dependientes de sus esposos y vulnerables ante cualquier imprevisto. Si se quedan viudas o las abandonan, puede que no tengan otra opción que emigrar a la ciudad o a otros países. Leer noticia completa en oxfamintermon.org.
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