Ya conocen la terrible noticia: Softonic, una de nuestras joyas del emprendimiento,
está a punto de dejar a 200 trabajadores en la calle. Todos en el sector sabíamos que las cosas se le estaban poniendo feas a Tomás Diago, su fundador, pero no que fuese necesario un tijeretazo que, espero equivocarme, presagia acontecimientos aún más funestos.
En el comunicado, la empresa achaca el ERE a un "descenso constante en el tráfico de usuarios". Esto es la versión oficial; luego, a quien le pregunta, se le remite a un
cambio del algoritmo de Google que les ha hecho polvo. Y bien, quizá sea cierto, pero no es ni mucho menos el principal de los motivos. Desde que Google cambiase el pasado verano a
Panda 4.0, el nuevo algoritmo, el tráfico de Softonic no sólo no ha caído, sino que
mejoraron en septiembre las cifras de junio. Es más, si prueban a buscar algunos de los programas más populares, como
VLC,
Avast! o
WinRar, verán que Softonic sigue apareciendo en la primera página de resultados.
No, no es cosa de Google. La sangría de tráfico venía fraguándose mucho antes, y el único culpable es Softonic.
Engaños y malware
Concretamente desde que fondo suizo General Partners
entró en el capital de la compañía, en febrero de 2012. Fue entonces cuando Softonic instauró un sistema de descargas
premium, a través de SMS, para aumentar su beneficio. Nada que objetar por este lado, de no ser porque se castigó al usuario gratuito con un sinfín de trampas, desde anuncios disfrazados de botones hasta barras para el navegador, pasando por la instalación de
software que nadie había demandado. Y lo hizo de una forma torticera, engañando al usuario menos versado con falsos enlaces de descarga y
disclaimers con la respuesta cambiada, a ver si tragaba. Para colmo, algunos de estos programas no sólo eran inútiles, sino que servían para enviar datos a terceros con Dios sabe qué finalidad.
De modo que un día, después de dos o tres formateos, tuve que pedirle a mi madre que jamás volviese a descargar de Softonic. Yo, que tanto había recurrido –y alabado– a la compañía en los albores de internet, me había convertido en su enemigo. Y, como yo, cualquier usuario con un mínimo conocimiento fue alejándose del invento de Diago por la salud de su ordenador. Reconozcámoslo: Softonic se había convertido en una trampa de
malware y
adware para incautos. Leer noticia completa en
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