• El diestro vuelve a los ruedos veinte años después
Una tarde fallera de finales de los 90 mientras hablaba con Vicente Ruiz ‘El Soro’ en medio de la calidez de su Valencia natal, con la mirada perdida y un cigarrillo entre sus dedos, me dijo: “Daría todo por volver a vestir de luces y sentir la emoción de torear”. Entonces, con la pierna a la rastra y ayudado por unas muletas, ya dominado por el sobrepeso y bastante mermado de moral, era un milagro que ese hombre pudiera hacer posible lo que era su ilusión.
Vivía envuelto en tiempos de dificultad añadida desde que la rodilla se negó a seguir provocando el delirio de las masas con aquellos tremendos pares de banderillas y, entonces, a Vicente se le vino abajo el mundo. Se acabó el torero y la vida se le puso muy cuesta arriba en todos los sentidos. Mientras pasaban los años y, desnortado, empezó un montón de actividades taurinas y comerciales, pero sin rematar ninguna porque su verdadera mundo era el de matador de toros. Para el resto no valía, con el añadido de que, como es tan buena gente, se aprovechaban de él.
Sin embargo siempre hubo algo íntimo que le ayudó a luchar para aferrarse a la que solamente él creía que era su tabla salvadora. Por eso viajó para que estudiasen los escombros de su articulación los mejores traumatólogos del mundo y hasta marchó a EEUU, como también al Reino Unido para regresar siempre a su querida Valencia con la melancolía del ’no’ que frenaba sus proyectos. De escuchar que era imposible que su rodilla pudiera volver a recuperar la movilidad. Fiel a su espíritu indomable de hombre luchador, en otra ocasión, cual Phileas Fogg en busca del milagro atravesó el mundo para marchar, ahora, a Australia y encontrarse con la misma situación en una vuelta que, como las anteriores, hizo con la tristeza clavada en su corazón.
De manera inevitable sigue transcurriendo el tiempo y El Soro vive situaciones complicadas, incluida la angustia por la salud quedando, a ojos de todos, cada vez más alejados sus días azules de triunfos por los ruedos. No así la añoranza de los públicos que siempre lo alentaban, como ocurría en las frecuentes veces que recibía un brindis y la plaza entera, allá donde fuera, se ponía en pié.
También siempre hubo cerca verdaderos amigos que lo aconsejaron para bien, como el maestro de periodistas José Luis Benlloch; el desaparecido e insigne aficionado Paco Ibáñez (presidente de la peña valenciana Tercio de Quites); sin olvidar a los toreros, con su fiel Rafael Corbelle a la cabeza y cerca más personalidades como su compadre el doctor Pedro Guillén, u otros que nunca lo abandonaron. A ellos se suman, uno a uno, todos los toreros (de su época, anteriores y posteriores), quienes guardaban un cariño especial al compañero valenciano caído en acto de servicio.
Viví especialmente el drama de El Soro cuando en el ecuador del invierno siempre venía a disfrutar de unos días a Salamanca, ya envuelto en los nubarrones de la tristeza por no poder torear. Entonces aprovechaba para estar al lado de sus queridos amigos, los maestros El Viti, El Niño de la Capea y Julio Robles, junto a otros ganaderos a los que estaba vinculado, o dos grandes picadores que fueron en su cuadrilla, como Juan Mari García y Ángel Rivas, a quienes obsequiaba con naranjas. También con su sonrisa y hasta en alguna ocasión, cuando se encontraba a gusto, sacaba del maletín una trompeta para deleitar con hermosas notas musicales.
Durante esa época disfruté de muchos momentos al lado de Vicente. De Vicente Ruiz ‘El Soro’, del que tantos aficionados de Salamanca le recordaban su histórica faena al toro ‘Guindito’, de BenjamínVicente ‘El Rubio de Golpejas’ (quien compró la ganadería de Lisardo Sánchez) al que le cortó el rabo. O las cuatro orejas de la siguiente feria a una corrida de María Lourdes Martín. O más recientemente la apoteosis en la tarde del festival homenaje a su amigo Julio Robles cuando banderilleó los ¡12 toros! y como reconocimiento se le tributó una ovación de época. El autor de este texto es Paco Cañamero. Leer noticia completa y ver hilo de debate en glorietadigital.es.