• “En este mundo de desahuciados suicidas nadie se cree que el rey no tuviera conocimiento de los chanchullos de su yernito y de su hijita”
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El juez José Castro acaba de embargar el palacio de Pedralbes. Todo el mundo, para vergüenza de España, hemos visto cómo sacaban los policías al duque a empellones. Y a la infanta, hecha unos zorros, correr con un bebé envuelto en un harapo para huir por la puerta de atrás de palacio esquivando las balas de goma. Vivimos en un muy inhumano país, consintiendo estas escenas. Jamás a nadie, sea duque de Palma o infanta de no sé qué, se le debe embargar la casa. A no ser que tenga otra casa. Pero yo no sé si Iñaki Urdangarín y Cristina de Borbón tienen o no otra casa. Y me opongo rotundamente a este desahucio, desoyendo la prudencia y el respeto hacia este juez. Que se sepa, en España solo se desahucia al que no tiene nada. O sea, al desahuciado de nacimiento. La tropelía judicial esta de desahuciar a un duque es una extravagancia antipatriótica que en nada refleja lo que sucede en nuestro país, y hace mucho mal a la marca España. En España nadie desahucia a nuestros duques. Y de ahí que estemos a la cabeza en las estadísticas internacionales de duques no suicidados tras un desahucio. El obrero, la gente de a pie, se suicida un poco más que los duques cuando los desahucian, según la misma estadística. Pero tampoco se vayan ustedes a creer que esas vidas valen nada en términos de demoscopia. La que sí vale es la del duque. Entre los que yo conozco, los tres últimos duques que se me suicidaron uno fue por arrogancia, otro por crisantofilia y el último por spleen. Razones muy dignas para perder la vida. Cual no es el caso de nuestros desahuciados suicidas vulgares, que se suicidan todos por desahuciados. Son tan esclavos que al perder su casa pierden su vida. No como los duques, que antes de ser desahuciados han tenido la precaución de hacerse con dos o tres casas más, como dicta el sentido común. El juez José Castro, con ese nombre tan simple que tiene, se está metiendo en un lío. Será listo, pero no debe de venir de muy buena familia. No se da cuenta de que no se puede horadar solo un poquito la honorabilidad del Estado. Solo se es virgen una vez, por suerte para el organismo, para la Historia y para el coco. El autor de este texto es Aníbal Malvar. Leer artículo completo en publico.es.