El teatro, una herramienta para el entendimiento universal
Un grupo de teatro actúa para un público muy especial: niñas y niños con parálisis cerebral
El público espera sentado la salida de los actores. Miradas de complicidad entre los espectadores sobre lo que está a punto de suceder en breves segundos. Nerviosos ríen. Y por fin comienza la actuación. Pero esta es muy diferente a cualquier otra convencional. El teatro es un aula del centro de niñas y niñas con discapacidad. Los actores son cuatro voluntarios de la FVF. El público está compuesto por 30 niños y niñas de entre 4 a 16 años que, en su mayoría, tienen parálisis cerebral. Sube el telón y se encienden las sonrisas.
Enric Romaguera y Eduard Costa salen al escenario. Comienzan su cuarto espectáculo en una escuela de discapacidad, de los cinco que los dos voluntarios valencianos tienen programados para un mes. Un temblor recorre el cuerpo de los pequeños. Empieza una actuación que dura casi una hora repleta de humor blanco. Caídas, confusiones, tropezones, golpetazos. Todo ello provocado para el deleite del público. Las risas estallan ante cualquiera de los gestos forzados de los actores, que consiguen justo lo que buscan: sonrisas.
Los niños y niñas allí presentes -el público- tienen discapacidad intelectual y parálisis cerebral. Forman parte de los 1.281 alumnas y alumnos integrados en los 17 centros que la Fundación Vicente Ferrer tiene en marcha para su programa de personas con parálisis cerebral y con diversidad funcional física e intelectual. En el centro su vida es muy distinta. Su día a día no es fácil. No todos los días sonríen tanto.
Pero hoy está siendo maravilloso. Dos hombres llevan a cabo a escasos centímetros las actuaciones más disparatadas que quizá nunca hayan visto. Y lo disfrutan como muy pocos otros espectadores lo harían. Les encanta la aparición de la marioneta ‘Chapati sir’ –interpretado por el director de teatro y actor, Eduard-; el juego de equilibrio de bolas –ejecutado por Enric-; la aventura ‘en búsqueda del libro perdido’; el viaje imaginario en tren en el que se sirve coffee y chai; y una sucesión de historias que divierten a mayores y a pequeños. El aula rezuma alegría. Y se llena de sonrisas.
Eduard y Enric dan el relevo a Kay Hernández y Robertina Bonano. Las dos jóvenes continúan el show con más humor blanco que enloquecen a los allí presentes con sus bailes, volteretas y música en directo. Su frescura impacta en los niños y niñas que comienzan a mover sus cuerpos al son del ritmo que marcan ellas. Bailan al tiempo que miran qué hace su compañero más cercano. Lo mismo hace el de al lado. Así como el que está detrás. Una pequeña ola se pone en movimiento. Levantan los brazos hacia lo más alto. Se contagian los ritmos y bailes. No hay escapatoria. Hasta los adultos allí presentes no pueden dejar de enseñar sus dientes. Las sonrisas inundan la sala.
El cierre final de la obra se aproxima. Enric y Eduard vuelven a salir al escenario. Música tradicional hace de banda sonora. Todos reconocen la melodía. Bailan, tropiezan, gesticulan, mientras de fondo se escuchan las risas y se observan actitudes nerviosas de quienes están disfrutando como nadie la velada. Se despiden entre aplausos pero todavía no ha acabado. Una niña de entre el público sale frente a todos a dar las gracias por la actuación. Los cuatro artistas se emocionan. Este era el impulso definitivo para terminar el show. La música vuelve a sonar. Todos se levantan y salen a bailar. La fiesta acaba de comenzar. Pero las sonrisas no se han movido de su sitio en todo este rato.
La FVF lleva trabajando en este sector desde 1987 y la comunidad ha ido sabiendo de los avances que ha llevado a cabo con todos los usuarios que han pasado por los 17 centros. Esta reputación, junto con el trabajo sobre terreno de los organizadores comunitarios, ha motivado a las familias a apostar por la educación de sus hijos e hijas en alguno de los centros que hay en el distrito de Anantapur.
Cuando termina por fin la actuación y el aula se vacía, la directora del centro se aproxima a agradecer a la compañía teatral que hayan realizado en este centro su cuarto show en Anantapur. Sabe que lo que hoy ha pasado es único para estos niños y niñas. “Sin duda alguna la sonrisa es para estos niños su mejor terapia”, afirma.
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