El zafiro de mar (género Sapphirina) es un pequeño crustáceo de la subclase de los copépodos que tiene una hermosa peculiaridad: cuando se deja ver, brilla con un bonito tono azulado. A veces se agrupan en cantidades inmensas y entonces el océano brilla como si estuviera cuajado de diamantes. Los pescadores japoneses de antaño se referían a este fenómeno como tama-mizu, que significa "el agua de las piedras preciosas". Solo los machos son portadores de tanta hermosura; las hembras parasitan a las salpas, un grupo de tunicados. Quizá los enormes ojos de las hembras observan desde su refugio el brillo de los machos, buscando al más atractivo de ellos. Pero, ¿cómo hacen para brillar de esa manera?
El truco se revela a escala microscópica. Las placas de sus superficie están separadas una distancia similar a la longitud de onda de la luz azul, de manera que este color se refleja mientras que el resto de colores desaparece por interferencia: esto se conoce como coloración estructural, algo parecido a la iridiscencia de las manchas de gasolina en los charcos. Estos animalillos combinan esta propiedad de reflejar el azul junto con un cuerpo transparente, de ahí lo de "te veo, no te veo".
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