“Voy a continuar esta lucha hasta que vea a todos los niños en la escuela”, se ha comprometido la adolescente paquistaní Malala Yousafzai al recibir este miércoles el Nobel de la Paz junto al activista indio Kailash Satyarthi. A sus 17 años Malala, a quien los talibanes intentaron asesinar en 2012 por defender la educación para las niñas, se ha convertido en la galardonada más joven de la historia del Nobel y está utilizando el efecto internacional de su caso para promover la escolarización como motor de desarrollo.
“Cuento mi historia no porque sea única, sino porque no lo es”, ha explicado en Oslo Malala, ya mundialmente conocida por su nombre de pila, que es también el título de su primer libro. “Es la historia de muchas niñas”, ha añadido la joven que se ha hecho acompañar hasta la capital noruega por
varias amigas activistas y que va a destinar la dotación económica del Nobel a su
fundación para construir escuelas en Pakistán.
“Es hora de que el mundo piense a lo grande. (…) En este siglo XXI tenemos que ser capaces de dar educación de calidad a todos los niños. Tenemos que trabajar y no esperar”, ha subrayado, tras agradecer a sus padres que no le hayan “cortado las alas”.
Su colorido shalwar kamiz, la túnica sobre bombachos que es tradicional en Pakistán, y el
dupata rojo con el que se cubría la cabeza, destacaban en el sobrio salón de actos del Ayuntamiento de Oslo donde cada año se entrega el Nobel de la Paz, en el aniversario de la muerte del empresario Alfred Nobel. Durante la ceremonia, un joven portando una bandera de México con una mancha roja en el medio
ha irrumpido en el escenario para dirigirse a la galardonada. Fue detenido por agentes de la policía noruega. Leer noticia completa en
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