En la India hay 2,1 millón de personas con VIH, de las cuales 61.000 tienen entre 0 y 14 años, según datos de Naciones Unidas. A pesar de que el número de nuevos infectados ha caído en más de un 60% desde el año 2000, según el último informe publicado por la Organización Nacional contra el Sida en la India, la lucha contra la enfermedad se debe intensificar. Este mismo organismo gubernamental advierte de que son necesarias medidas aún más contundentes para lograr erradicar el virus en 2030.
Con el fin de proteger a uno de los grupos más vulnerables por la enfermedad, los menores con VIH, la FVF puso en marcha en 2013 dos casas de la infancia para menores con VIH, uno para chicas en Bathalapalli y otro para chicos en Kanekal. Más de 50 niños conviven en cada uno de estos centros a día de hoy. Garantizar a estos menores una infancia libre de miedos y discriminación es vital para que puedan llevar una vida digna y autónoma. “En el caso de los menores y adolescentes la intervención es especialmente compleja, no se trata de darles solo atención médica sino que esta debe contemplar todos los factores que afectan sus vidas” cuenta Claudia Fortuny, pediatra voluntaria de la FVF.
Los peligros de dejar el tratamiento
La falta de educación e información sobre la enfermedad, especialmente acentuada en las zonas rurales, hace que muchas personas con VIH dejen de tomarse el tratamiento o no lo sigan como es debido, y sigan infectando. En el caso de las mujeres embarazadas, a través de la llamada transmisión vertical de madre a hijo. Precisamente, uno de los mayores logros del departamento de enfermedades infecciosas del hospital de Bathalapalli es la reducción de la trasmisión vertical del VIH de un 30 a tan solo un 2%, una ratio equiparable al de los países desarrollados.
Sin embargo, aún a día de hoy muchos de estos menores seropositivos son expulsados de sus casas si fallecen sus progenitores por miedo al contagio. "Cuando estaba en mi pueblo tenía que trabajar en el campo, no me dejaban ir a la escuela y me daban muy poca comida”, recuerda Ravi (nombre ficticio), joven de 13 años y residente del centro. “En el orfanato soy feliz, tengo amigos que me tratan como un hermano. Aquí he encontrado un hogar", confiesa. "A estos jóvenes les reconforta saber que no están solos y que hay muchos otros que a su edad están pasando por lo mismo. Les da otra perspectiva de las cosas", añade la doctora Fortuny.
En estos centros reciben una alimentación adecuada, un hogar en el que descansar y se les da apoyo educativo. También se organizan actividades deportivas y lúdicas como clases de baile, además de hacerles un seguimiento médico personalizado. “Es importante dar apoyo a estos chicos para que sepan que tienen los mismos derechos que cualquier otro y que entiendan que pueden vivir una vida normal”, apunta Medi Chandra Sekhar, coordinador del centro. En este sentido, se les anima a estudiar, para que puedan trabajar y sean independientes, un camino que a menudo les ayuda a mejorar su autoestima y ganarse el respeto de los que les rodean.
"Espero que en un futuro próximo no tengamos la necesidad de abrir centros para huérfanos con VIH, porque gracias a las charlas de sensibilización, las madres son cada vez más conscientes del riesgo de transmisión de su enfermedad y la sociedad sea cada vez más respetuosa y tolerante con la gente que la padece”, concluye Marulki Prasad, asesor y responsable del seguimiento de los chicos del centro.
Un paso hacia la igualdad
Aunque en los últimos años se ha producido una mejora, muchos enfermos de Sida y portadores del virus del VIH siguen siendo señalados en sus comunidades y sufren diferentes tipos de discriminación. Con el objetivo de poner fin a esta situación el pasado 10 de septiembre entró en vigor una nueva ley en la India que prevé hasta dos años de cárcel y una multa de 100.000 rupias (unos 1.250€) por discriminar, agredir e incitar al odio hacia las personas con VIH/Sida.
Anna Lofi y Aina Valldaura | Fundación Vicente Ferrer
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