En una Escuela de Fútbol, entrenar significa formar personas
"Un director debería seleccionar cuidadosamente a los formadores de su institución"
Consecuentemente, un director de una Escuela de Fútbol debería seleccionar cuidadosamente a los formadores de su institución, teniendo en cuenta la calidad de los mismos, no sólo desde un punto de vista técnico-deportivo sino también en aspectos humanos, comunicativos y pedagógicos, estando muy consciente de su importante papel en el desarrollo integral de las jóvenes personas. Los formadores son para la mayoría de los jóvenes un espejo en el cual ellos ven su capacidad o incapacidad. Por eso, no hay que dejar los jóvenes en manos de cualquier ex futbolista sin una preparación adecuada, sino en manos de unos expertos, específicamente preparados por su importante tarea como se exige el estado en cualquier centro escolar donde es imprescindible para poder impartir una asignatura, está en posesión de un título académico.
El formador debería saber que los niños le aceptan generalmente por su nivel de conocimientos, por su capacidad de motivar y organizar y por su personalidad, estabilidad emocional, coherencia temperamental, puntualidad y entusiasmo.
Los niños esperan de él que: no hable mucho; que ofrezca una gran variedad de actividades, tanto lúdicas como formativas; que no favorezca a ningún jugador en particular y que -sepa motivarlos con frecuentes elogios, criticando sólo en casos excepcionales.
Para ser respetado por sus jóvenes alumnos en la Escuela de Fútbol, el formador debería, según sus alumnos, reunir los siguientes 20 aspectos:
1. Experiencia previa como jugador y éxito.
2. Experiencia previa como formador y éxito.
3. Buena apariencia: vestido y forma física.
4. Adecuados hábitos de vida.
5. Buenos hábitos de trabajo: ajuste a los horarios y eficiencia.
6. Bien organizado: entrenamientos, reuniones, viajes, etc.
7. Buen comunicador: explicar con claridad y saber escuchar.
8. Disponibilidad: tener siempre tiempo para el jugador.
9. Conocimiento: demostrar conocimiento del juego, tanto de los aspectos técnicos como de los tácticos.
10. Habilidad para enseñar: manifiesta capacidad para corregir errores técnicos y tácticos.
11. Alta motivación: intensidad, compromiso e implicación.
12. Positivismo: ánimo, entusiasmo, optimismo, elogios y refuerzos positivos.
13. Buen entrenador en el banquillo: que realice reajustes, analice y reaccione y hacer cambios y variaciones, según la marcha del partido.
14. Buen sentido del humor: ambiente distendido.
15. Buena capacidad de liderazgo: en el vestuario y durante el partido.
16. Buen nivel de autocontrol: control emocional, contagiar calma y serenidad.
17. Deseo de mejorar: buscar nuevos conocimientos, aprender, investigar, evaluarse a si mismo.
18. Ser honesto y justo con los jugadores: no mostrar favoritismos, ser “duro pero justo”.
19. Estar abierto a sugerencias: ser flexible y escuchar las sugerencias de jugadores y ayudantes. 20. Mostrar un verdadero interés por los jugadores como individuos: demostrar conocimiento e interés por su vida fuera del terreno de juego.
El formador es el nexo de unión entre el niño y el juego de fútbol. Como profesor novato adapta generalmente un perfil cercano a la camaradería, para luego, con la experiencia, ir desplazándose hacia la autoridad y, finalmente, alcanzar la madurez; volver al acercamiento; asegurando con su estilo de enseñanza un aprendizaje recíproco en el cual tanto él mismo cómo el alumno dan y reciben. En vez de explicar y demostrar se convierte con los años en creador, planificador y observador que sabe transmitir a sus alumnos en las etapas de formación innumerables valores como por ejemplo:
LA SUPERACIÓN DE SÍ MISMO
• La honestidad, la responsabilidad, la laboriosidad, la perseverancia, el amor a sí mismo y la autoestima deben posibilitar una mayor confianza personal y, por lo tanto, una buena mejor adaptación social.
ESPÍRITU DE EQUIPO
• La relación con los demás está dominada por la solidaridad, la tolerancia, la comprensión, el optimismo, la amistad, la prudencia, la generosidad, la fraternidad y la ayuda. Con estos valores se buscan objetivos comunes que converjan en alcanzar las metas propuestas.
EL JUEGO LIMPIO
• El respeto al prójimo, la lealtad, la obediencia a las reglas impuestas, el orden y la sinceridad constituyen un elemento esencial en el diario vivir.
DESARROLLO SOCIAL
• La actividad deportiva recreativa será para cualquier alumno de la Escuela de Fútbol un vehículo directo de desarrollo social, al permitirle compartir vivencias de conjunto al integrarse a un equipo de fútbol, en el que aprenderá que, con el sacrificio de todos, se podrá lograr las metas propuestas a través del esfuerzo personal y desinteresado de cada uno. Además, ésto permitirá que los niños y jóvenes tengan un espacio de participación sana; lo cual, sin lugar a dudas, los alejará de los distintos flagelos sociales (drogadicción, alcoholismo, delincuencia, etc.) que hoy en día los amenazan.
Por lo tanto, el formador debería ver el fútbol no como una plataforma personal para mejorar su posición en la sociedad con las victorias que alcanza con los niños, sino más bien como una actividad eminentemente formativa-educativa. Así, el objetivo principal de cualquier Escuela de Fútbol debería ser, antes de “fabricar” buenos futbolistas, formar y conseguir mejores personas.
EL MINI FÚTBOL- UNA HERRAMIENTA EDUCATIVA DE ALTO POTENCIAL
PARA ADQUERIR VALORES
Valores de cada uno de los jugadores de un equipo de cuatro ( 3 más un sustituto):
DIVERSIÓN
Participa y se divierte jugando independientemente del resultado.
ESFUERZO
Aporta su esfuerzo para ser competente, tanto técnicamente, como desde el punto de vista motriz.
Aporta su esfuerzo y destreza para ayudar a su grupo.
Valora la participación y el esfuerzo de sus compañeros.
Valora y respeta la superioridad del rival sin llegar a rendirse.
Muestra voluntad y esfuerzo por superarse y alcanzar un nivel de realización óptimo, sin tener en cuenta el resultado.
CONTROL EMOCIONAL
NO se enfada con frecuencia.
Controla sus reacciones ante situaciones que le son adversas.
NO comete faltas derivadas de la frustración de un fallo.
NO comete faltas como producto de un resultado adverso mal aceptado, y en momento innecesario (cuando no hay nada en juego).
Mantiene el orden y la armonía del grupo independientemente del resultado.
Reconoce sus propios errores sin culpar a los demás de sus fallos.
NO muestra una actitud agresiva ante sus compañeros.
Confía en las posibilidades del grupo.
Confía en sus propias posibilidades.
RELACIONES SOCIALES
Entiende la competición y el juego como una forma de hacer amigos.
Ayuda a sus compañeros cuando muestran dificultades en la realización de tareas.
Mantiene el orden y la armonía del grupo independientemente del resultado.
Apoya y anima a sus compañeros cuando se equivocan.
NO muestra una actitud agresiva hacia sus compañeros y rivales.
NO se burla de los que son peores que él.
NO aprovecha sus capacidades físicas y de liderazgo para condicionar negativamente la actuación de sus compañeros.
NO discrimina a los compañeros por razones de competencia motriz, raza o sexo.
NO se mofa de los rivales después de un resultado positivo.
Valora el nivel de destreza del rival.
Respeta la teórica inferioridad del rival sin llegar al menosprecio.
Valora y respeta la superioridad del rival sin llegar a rendirse.
Anima y apoya a sus compañeros en situaciones positivas y negativas de juego.
Acepta el grupo al que pertenece.
Acepta el papel que le toca desempeñar dentro del grupo.
Valora el resultado como consecuencia de un trabajo en grupo.
JUEGO LIMPIO
NO considera que jugar sucio puede traerle ventajas.
NO comete faltas con el objetivo de obtener un beneficio.
Acepta los errores arbítrales como algo propio del juego y desde la imparcialidad de la figura del juez.
Felicita a los ganadores después del juego.
Prioriza el estado de sus rivales tras un accidente, antes que la obtención de beneficio propio.
Asume la autoría de una infracción cometida sin intentar condicionar la decisión arbitral.
RESPETO A LAS NORMAS:
Valora y acepta las normas como parte del juego.
Desarrolla sus habilidades y capacidades en función de las normas.
Ajusta su desarrollo físico a las exigencias normativas.
No trata de romper las normas en beneficio propio.
Tiene en cuenta las posibles consecuencias de una mala utilización del material o de
acciones que puedan entrañar algún peligro.
Cuida y hace buen uso del material.
“Un profesor-formador de una escuela de fútbol no sólo trasmite conocimientos o habilidades, sino trata de formar a los jugadores o a las personas en un sentido más amplio (el saber ser y el saber estar).”
Licenciado en educación física y formador de fútbol
Colaborador de Clan de Fútbol
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