Entrevista a Carmen Amoraga - “Compartir, escribir, es una forma de liberar el dolor”

Domingo, 11 de agosto de 2013 | e6d.es
• “La felicidad está en lo que forma parte de uno, que no viene de fuera”

Nació sonriendo. Sus ojos brillan cuando habla de sus héroes, especialmente de su padre. Sólo le ha costado cuarenta años decirle que le quería y dice que fue una de las decisiones más bonitas de su vida. Tiene dos hijas, un marido, una casa con patio, dos perros, un conejo, un gato, una tortuga y un montón de reconocimientos. Finalista del Nadal con ‘Algo tan parecido al amor' y del Planeta con ‘El tiempo mientras tanto', los premios se llevan bien con ella.
No en vano se dio a conocer con el Ateneo Joven de Sevilla por ‘Para que nada se pierda'. En su última novela, ‘El rayo dormido', uno de sus personajes formó parte de la Nueve, la compañía de voluntarios españoles que lucharon contra los nazis en la II Guerra Mundial, héroes olvidados, semidesconocidos, personas sencillas como los héroes de su vida: su padre, su madre, su marido...

El amor es el protagonista de todos sus libros. Carnal, romántico, trágico... ¿El amor y el desamor son el motor del mundo? ¿De su mundo?
El amor es el motor del mundo, por supuesto. Del amor depende todo lo demás: el odio, la venganza, el deseo de ser mejor, el deseo a secas... Está el amor y luego todo lo demás.

¿Cuántas veces se puede amar en una vida? ¿Y desamar?
Muchas. Infinitas, especialmente en el desamor, que es más permanente, deja incluso más huella. Los expertos en comportamientos amorosos, como Helen Fisher, dicen que el amor tiene tres fases: impulso sexual indiscriminado, atracción sexual selectiva y apego o cariño. El primero puede durar toda la vida. El segundo, es inusualmente largo en el ser humano con respecto a otros animales y dura como mucho dieciocho meses, y el tercero... pues evoluciona con quien lo siente y también puede ser largo o eterno o corto. Y a partir de ahí...

¿Y qué es el amor?
Un asteroide: el 1221 (risas). Es más: es un grupo de asteroides que tienen una medida determinada y que se acercan a la órbita de la tierra sin llegar a atravesarla. Es verdad. El amor es eso y es también el modo en el que la humanidad y todas las especies que forman el mundo han podido sobrevivir. Y es la respuesta química del organismo a unos determinados estímulos. Y, además, es la fuerza que mueve el mundo. Es muchas cosas, como ve.

‘El rayo dormido' es su última novela. ¿Tiene algo en el horno?
Sí, estoy a punto de terminar una novela que se titula ‘Dame la mano'. Trata sobre una amiga argentina, una de mis amigas más queridas, que se quedó viuda de la noche a la mañana, prácticamente, con dos hijas y sin nadie aquí. Trata sobre cómo sobrevivimos nos toque lo que nos toque vivir y sobre la necesidad de comunicarnos con el mundo.

¿Qué es lo que le atrajo de la historia?
Era una historia que me llegó. Esta amiga hizo una cosa muy bonita. Como tenía acceso al perfil de Facebook de su marido, durante un tiempo comentaba las cosas que le sucedían empleando la ‘voz' de su marido. Así, por ejemplo, describía el funeral desde el punto de vista del fallecido. Compartir, escribir, es una forma de liberar el dolor.

Es una manera de exorcizarlo.
Sí. Hay un momento en el libro de Millás ‘El mundo' que me encanta, cuando cuenta como su padre está inventando un producto que abre la herida y en el momento la cauteriza. Y Millás dice: ‘En ese momento comprendí porque quería ser escritor; porque escribir abre la herida y en el momento la cauteriza'.

¿Dónde está la felicidad?
La felicidad está en lo que forma parte de uno, que no viene de fuera. A mí me hace feliz meterme en la piscina de plástico del patio con mis hijas y mi marido, ver una peli juntos, tener conversaciones con Carmen, mi hija mayor, sobre cómo ve ella el mundo... No lo puedo describir, pero a veces miro a mis hijas y mi marido y, joder, es que siento la felicidad dentro del pecho como si fuera algo físico, como si estuviera dentro, como si en una radiografía pudieran verse los dos pulmones, el corazón y la felicidad.

Trabaja, madre de dos niñas y escribe novelas y ensayos. ¿Superwoman o insensata?
Ni una cosa ni la otra. Trabajo mucho pero tengo mucha ayuda y poco a poco he aprendido a ser más organizada, a dividir el tiempo y, sobre todo, a disfrutar de lo que hago en el momento que lo estoy haciendo. Cuando nació Carmen, mi hija mayor, me agobiaba mucho porque estaba tan cansada que me decía: ¿cómo voy a escribir un libro si no soy capaz ni de leer uno? Venía de ser finalista del Nadal, de una actividad muy intensa y, de repente, me parecía que mi vida personal no es que se hubiera parado... ¡es que estaba muerta! Pero un día me dije: "Mira es verdad que no estás escribiendo, pero tu hija sólo va a tener este día una vez en la vida, así que más te vale disfrutarlo". Y eso hice, dejé pasar el tiempo con el convencimiento de que lo que me había dicho Alicia Giménez Barlett, que vivir también era escribir, era verdad. Y en eso estoy. Una entrevista de Carlos Aimeur con fotografías de Eva Máñez. Leerla completa en valenciaplaza.com.



 
Periodista Digital. Entrevista a Carmen Amoraga